HAZ PLAY Y LEE
Si escuchas esta música que yo nunca te enseñé sabrás lo que me produce tu mirada desde la primera vez que la clavaste en mi, junto a un puesto de helados, y sabrás entonces por qué esta música sabe a verde.
Si la escuchas rodeada de penumbras tendrás la certidumbre absoluta de cómo es tu piel acariciada, de su levísimo vello rubio en los antebrazos que desaparece según asciende a los hombros, y te podrás sentir, al menos una vez, en el tacto del otro.
Eso debe ser el amor.
Ni tu piel ni mis dedos, sino la caricia. Eso es lo que cuenta esta música. Ni el piano ni el pianista sino el espacio, levisimo, casi intangible que hay entre los dos. Su dolor de plumas.
, o todavía mejor, el aire dolido que acaricia a la pluma.
Conocerás eso y qué significa, al fin, el silencio de versos que se quedaba en los labios tras cada beso que nos dábamos.
Un espacio de alientos confundidos que estaba en el mismo lugar en donde se forman las palabras, antes que ellas intenten atrapar el mundo con sus filos, destrozando lo todo.
-¿La prehistoria de todo, vagas constelaciones de polvo un instante antes de formar estrellas?
-Me parecían más bonitas las de antes.
--Cuales
- Las fugaces... Mira, pide un deseo
- Son las mismas, Luis, como nosotros mismos...
- Electrones a la deriva cuántica.
- Eso no puede ser tuyo
-Por supuesto, es Solsona. Nuestro físico de guardia.
Quizás sea eso música, que es mejor recordarla que oírla siquiera.
(Y esto no lo escuches). Nunca te lo diré, pero tu siempre eras más bella en el recuerdo; fuimos siempre más felices en la memoria. Somos el humo de un cigarrillo que es expulsado y huele a tabaco y pero también aboca, como si se hubiera transformado en otra cosa.
-¿Solsona de nuevo?
-No, Lucas. Duchamp, infraleve.
Esos espacio que existen entre las notas que no son silencio pero tampoco música, al menos la que creemos oír.
Son los mismos que nuestra gran vela, que las praderas que azulean sólo cuando nosotros nos amamos sobre ellas, contaminadas por nuestros movimientos que, siempre (no escuches) eran más dulces y largos cuando los recordaba.
- Y las estrellas más brillantes.
- También la luz de las ciudades nos va poco a poco contaminando.
- Ya no se ve toda la larga mancha de la vía láctea.
- Pero cuando aún si estaba no sabíamos que era ella.
- Es cierto.
-A veces duelen las cosas cuando se conocen.
-¿Lo dices por nosotros?
-No, nosotros nunca nos hemos conocido.
-Eso es cierto. Somos dos funciones
-¿Sabrina?
-Sí, o Dirac, da los mismo. Somos una línea ondulada que corre sobre una recta y, a intervalos, se cruza con ella.
Eso o algo parecido, siempre un poco más adelante, con muchos más vacíos que llenos, con múltiples pasados, unos juntos otros separados que flotan entre nuestros reencuentros
-¿Luis?
-Supongo.
-Pues entonces contéstame a una duda que me ha surgido. Quien es la línea recta y quien la ondulada
-No lo se. Solo sé que tu eres la ondulada. Tan azul como esta canción de piano sobre la que yo escribo esta conversación ficticia que sirva para tapar todos los huecos de tu silencio
AQUELLAS PRADERAS AZULES. CANCIONES