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sábado, 4 de febrero de 2012

BORROMINI Y EL ESPACIO PULSANTE



Siempre  un paso más allá de BerniniBorromini investigó en las formas cenestésicas (aquellas que se generan en relación con el movimiento, tanto real del espectador, como ya explicamos en la Plaza del Vaticano, ya psicológico, provocado por ciertas visiones que el cerebro termina por interpretar como movimientos, sintiéndolos así). Argan denominó a ese movimiento interno como espacio pulsante, y no parece mala definición.
Pues, en realidad, el movimiento borrominesco va más allá del puro movimiento real (que existe y es verdaderamente necesario para la comprensión de su obra) sino que es, como decíamos, algo mucho más psicológico
Con un solo golpe de vista que rodee sus interiores, el espectador tendrá la sensación de un movimiento interno de la arquitectura, como si ésta fuera elástica y se combara por presiones interiores y exteriores.












Una arquitectura de plastilina que sólo las contundentes estructuras (pilares, machones, nervios, columnas...) parecen conseguir (al menos momentáneamente) parar en su crecimiento y decrecimiento impetuosos, manteniéndolo en un equilibrio milagroso que en cualquier momento podría desvanecerse
Su juego se realiza por medio de intercambios constantes entre lo convexo (que psicológicamente se nos acerca) y lo cóncavo (que se aleja).
Su constante correspondencia nos daría la sensación de un espacio palpitante, como una especie de gran corazón que no para de latir con nosotros dentro, multiplicando así las sensaciones.



Ya en San Carlino de las cuatro fuentes empleó este método en sus paredes onduladas.























San Carlino de las cuatro fuentes

Incluso llegó a crear nuevas contradicciones visuales (y a la postre, cenestésicas) en módulos más pequeños, componiendo fragmentos que tenían este doble movimiento cóncavo-convexo que pugna sin resolverse por ninguno de sus extremos.
























San Carlino de las cuatro fuentes


Pero su triunfo total se producirá en San Ivo en donde no sólo las paredes sino la propia cúpula participa de este espacio pulsante total en donde los muros son, tan sólo, el indicativo de fuerzas cósmicas que actúan sobre el espacio, modificándolo sin cesar.





























































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