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jueves, 19 de julio de 2012

NEFERTITI Y AKENATON. LOS HEREJES DE EGIPTO


 En la figura de Nefertiti (dinastía XVIII de Egipto) se mezclan realidades y leyendas en torno a una de las imágenes más bellas de todo el arte egipcio.
 Primera esposa de Ajeanton (Akenatón), muchos egiptólogos afirman que fue el verdadero brazo derecho de su marido cuando éste comenzó su famosa reforma religiosa. Sin embargo, antes de la muerte de Akenaton, el rastro de Nefertiti se pierde en las inscripciones (acaso borradas, como era costumbre frente a los faraones caídos en desgracia: danatio memoriae). Surge entonces la leyenda, y muchos han querido ver en numerosos nombres semidesconocidos del momento nuevas identidades de Nefertiti, pudiendo reinar tras la muerte de su marido y, obligada por el clero, eliminar todas las reformas religiosas, el llamado Cisma de Amarma.

(Akenaton)

Frente a un clero omnipotente, Akenaton decidió eliminar el tradicional politeísmo egipcio para aceptar a un solo dios Atón, que sustituiría a Ra como dios solar.
Aparte de las consecuencias religiosas de estos cambios (se trata, en realidad el primer monoteísmo de la historia), su instauración suponía la eliminación del poder político y económico del clero, el cual se terminará vengando con su sucesor, el famoso Tutankamon.

Todos estos cambios  políticos trajeron un estilo artístico que se aleja por completo de los cánones egipcios. Una especie de manierismo. Frente a las formas geométricas, de escasos detalles, hieráticas y volumétricas tradicionales; los escultores y pintores de esta época tendrán una mayor libertad.
Akenaton. Louvre.
Foto por cortesía de Nuria Zapardiel
  
Aparecerá entonces un estilo curvilíneo, lleno de figuras sinuosas y un tanto ambiguas en su diferenciación entre lo masculino y lo femenino, de canon muy alargado (especialmente el cuello y la cintura) y una curiosa forma de realizar los cráneos que se alargan desmesuradamente en su parte trasera.
 Tal es su desproporción que algunos investigadores hablen de hidrocefalia o síndrome de Marfan, aunque si recordamos otros periodos artísticos (piénsese en el Greco o incluso se podría comparar con Botticelli y su idea de una belleza melancólica y fuera del puro realismo), podemos afirmar que esta forma estética era por completo consciente, buscando la representación de la exquisitez y refinamiento que debió reinar en el breve periodo de Amarma, capital de Ajeaton (un verdadero manierismo egipcio)


También en el campo iconográfico se observaron cambios, apareciendo una mayor cantidad de escenas cotidianas (inexistentes en los periodos anteriores) y la representación de Aton como un curioso Disco Solar con rayos que terminan en pequeñas manos que aceptan los sacrificios y portan, en ocasiones, símbolos de vida

 En cuanto a la propia escultura de la reina, se trata de un simple modelo encontrado en las ruinas del escultor Tutmés, en Amarca, la nueva capital del reino. De aquí que no esté terminada y le falte un ojo, o mejor dicho, el postizo que hacía de ojo. La destrucción casi completa de la ciudad hizo que su figura quedara sepultada por las ruinas con pequeños desperfectos (orejas) pero conservando una policromía exquisita que se encuentra entre las mejores de la Historia del Arte.
 La obra es de una belleza espectacular, con su perfecto mentón, sus altos pómulos y los ojos rasgados. Este rostro se coloca, además, en el centro de una composición que conforman el largo cuello y el gorro que se vuelven más finos en su contacto, reforzando en él la atención del espectador. Este efecto se ve reforzado con su contemplación lateral, en donde la cabeza adelantada rompe con las convenciones egipcias y da un perfil de exquisita belleza.



Todo este periodo de refinamiento fue efímero, y tras la muerte de Ajeaton, el claro volvió a tomar el poder apoyado por un pueblo que quería volver a sus antiguas tradiciones que les aseguraba la vida eterna (asunto que la reforma había abolido)

Si queréis saber más de esta figura histórica y su tiempo no hay nada mejor que la excelente novela de Terence MoixEl Amargo Don de la Belleza. Toda una exquisita (y llena de sensibilidad y conocimiento histórico) recreación de este periodo de la historia egipcia.


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