En 1912, Antonio Machado tomó posesión de su cátedra de francés en el Instituto Santísima Trinidad de Baeza en la que permanecerá 7 años.
De aquel tiempo aún quedan lugares que al buen amante de la poesía de Machado le emocionarán. Yo quiero referirme a dos.
El primero es su aula, reconstruida y reabierta en los 80 en el propio instituto. Su mesa con el brasero a los pies, los viejos mapas de países que ya nadie conoce, los pupitres de los alumnos y documentación autógrafa del autor nos retraerá en el tiempo mientras observamos un palacio renacentista-barroco verdaderamente asombroso.
El segundo lugar el paseo en el cerro del antiguo Alcázar, sobre los restos de la muralla. Un amable recorrido que mira al valle por el que trascurre el Guadalquivir entre un mar de viñedos que trepan por las sierras de Cazorla, Mágina y el monte Aznaitín.
Por él gustaba pasear el poeta, y hay que alabarle el gusto, pues el paisaje es de una hermosura estremecedora, especialmente al atardecer.
Por si alguno quiere leerlo in situ, os dejo uno de los poemas compuestos en Baeza.
POEMA DE UN DÍA.
MEDITACIONES RURALES
Heme aquí ya, profesor
de lenguas vivas (ayer
maestro de gay-saber,
aprendiz de ruiseñor),
en un pueblo húmedo y frío,
destartalado y sombrío,
entre andaluz y manchego.
Invierno. Cerca del fuego.
Fuera llueve un agua fina,
que ora se trueca en neblina,
ora se torna aguanieve.
Fantástico labrador,
pienso en los campos.¡Señor
qué bien haces! Llueve, llueve
tu agua constante y menuda
sobre alcaceles y habares,
tu agua muda,
en viñedos y olivares.
Te bendecirán conmigo
los sembradores del trigo;
los que viven de coger
la aceituna;
los que esperan la fortuna
de comer;
los que hogaño,
como antaño,
tienen toda su moneda
en la rueda,
traidora rueda del año.
¡Llueve, llueve; tu neblina
que se torne en aguanieve,
y otra vez en agua fina!
Monumento a Machado en su paseo. Serrano
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