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jueves, 9 de enero de 2014

SOLANA. LOS MANIQUÍES


¿Recordáis la novela de Unamuno, Niebla?. En ella, el protagonista habla con el propio autor y le pide libertad. Quiere dejar de ser un ente imaginario para convertirse en un hombre capaz de elegir.
"–¡Quiero ser yo, ser yo!, ¡quiero vivir! ––y le lloraba la voz."
"–¿Conque no, eh? ––me dijo––, ¿conque no? No quiere usted dejarme ser yo, salir de la niebla, vivir, vivir, vivir, verme, oírme, tocarme, sentirme, dolerme, serme: ¿conque no lo quiere?, ¿conque he de morir ente de ficción? Pues bien, mi señor creador don Miguel, ¡también usted se morirá, también usted, y se volverá a la nada de que salió...! ¡Dios dejará de soñarle! ¡Se morirá usted, sí, se morirá, aunque no lo quiera; se morirá usted y se morirán todos los que lean mi historia, todos, todos, todos sin quedar uno! ¡Entes de ficción como yo; lo mismo que yo! Se morirán todos, todos, todos. Os lo digo yo, Augusto Pérez, ente ficticio como vosotros, nivolesco lo mismo que vosotros. Porque usted, mi creador, mi don Miguel, no es usted más que otro ente nivolesco, y entes nivolescos sus lectores, lo mismo que yo, que Augusto Pérez, que su víctima..."

Esta famosa conversación es uno de los momentos claves de la novela contemporánea que se está adelantando a Borges o a Cortázar. Habla de la inmortalidad (uno de los temas claves de Unamuno) pero también de Dios, de la libertad humana, de la vida que nos convierte en personajes teatrales, como ya hablara Calderón en su Vida es Sueño.
Nos obliga a plantearnos quiénes somos, si en verdad existimos por nosotros mismos o simplemente representamos un papel (estudiante, profesor, marido, oficinista, vendedor, licenciado, hijo, madre, amigo... Intentad responder a esta pequeña pregunta que se plantea numerosas veces, ¿quién eres? o repasar vuestro perfil en redes sociales para ver cómo os presentáis a los demás)
De todo esto nos habla también esta pintura de Solana: unos maniquíes encerrados en una vitrina esperando ¿a tener su propia vida? Acaso ¿nuestras propias vidas expuestas ante los ojos de los demás, como en un teatro? La cara que damos a los demás ¿coincide con lo que nosotros creemos de nosotros mismos?
¿Qué somos? ¿Qué creemos que somos?

Como véis, tanto el fragmento de novela como el cuadro dan bastante vértigo si nos ponemos a pensar.
Y es que ambos (Unamuno y Solana) están viendo la realidad desde la perspectiva que abrió el irracionalismo de Nietszche, que elimina todas las certezas tradicionales (incluso llega a matar a Dios) para dejarnos desnudos ante la vida, sin apenas nada en donde apoyarnos. Una situación que nos conducirá a la posmodernidad actual en donde todo es líquido (cambia constantemente) y somos un conjunto de identidades múltiples (somos en función de los distintos contextos en los que nos movemos) en donde las verdades absolutas han desaparecido (todo lo sólido se desvanece) y todo se puede poner en duda, no hay límites y nos movemos como sonámbulos.


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