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martes, 30 de septiembre de 2014

LAS CIUDADES DE MIQUEL NAVARRO


En otra ocasión ya hablábamos de Navarro y sus grandes esculturas públicas, lo artístico y artificioso que se imbrica en la ciudad y la vida cotidiana
Hoy tratamos otras obras que transcurren la misma idea pero en sentido contrario: las ciudades que se convierten en maquetas, en puros objetos de contemplación.
Acaso sean sus obras más reconocidas (y reconocibles) del autor, que creó con ellas todo un fértil campo de experimentación y trabajo que ha durado décadas.

En ellas, lo real y lo intelectual juegan de forma posmoderna, dejándonos más dudas que certezas.
Estas "ciudades" son, en último punto, un juego de volúmenes básicos y repetidos muy cercanos a la estética minimal (y su gran precedente, el constructivismo), en donde la forma simple y su repetición (e instalación) son pura estructura sin otro mensaje que su propio espacio (el propio y el derivado de su relación con los demás y el espectador).

Así podemos entenderlas, pura intelectualidad que lleva al límite la industrialización del arte en donde siempre encontraremos una dialéctica repetida entre lo vertical y lo horizontal (el suelo y la pared, lo dormido y lo vivido, entre lo femenino y lo masculino, como apunta Jesús Martínez Oliva) de la que derivan sus grandes esculturas monumentales.


Pero podemos proponernos (pues los espectadores somos los protagonistas de este arte último) y jugar a pensar que se tratan de maquetas, juegos infantiles de construcciones, visiones aéreas que nos convierten en verdaderos dioses.
Descubriremos entonces avenidas, cruces, urbanizaciones periurbanas, rascacielos, grandes plazas públicas, atascos de tráfico, centro y periferia, CBD, grandes vías de circunvalación, plazas, ambientes en demolición, zonas industriales ...

Podemos ser niños jugando o pequeños urbanistas que contemplamos a vista de pájaro nuestro propio medio ambiente urbano, reconociendo ambientes vividos o vistos que podemos analizar , recrear, encontrar problemas, fascinarnos ante la monumentalidad, horrorizarnos ante su crecimiento sin límites...

Pero hay algo más en estas "ciudades". Hay todo un componente poético en estas ciudades que se resisten a ser verdaderas maquetas de ciudad. En palabras del propio autor
  "Más que una ciudad ideal, en mi obra construyo una ciudad metafórica, llena de símbolos y significados, que sintetizan la ciudad real, pero que en definitiva no es real, aunque tampoco podemos decir que es una utopía"

Cercanas a las Ciudades Invisibles de otro gran posmoderno (Italo Calvino) y de la estética del surrealista Chirico, son imágenes de nosotros mismos, de nuestros deseos, anhelos, sueños y frustraciones. Ciudades como escenarios de sentimientos pese a la aridez de sus materiales y construcción en donde está el sexo de los grandes edificios erectos pero también la intimidad de los barrios repetitivos, guerreros disfrazados al modo de Gaudí.

Grandes metáforas de lo que somos, queremos u odiamos



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