Pocas portadas románicas alcanzan tanta belleza como ésta de San Trófimo. Una obra que se aparta de las grandes obras de Borgoña (aquí ya analizamos la de San Lázaro de Autum), o Languedoc (Conques) huyendo del expresionismo en favor de una serenidad clásica que será uno de los rasgos distintivos de la Provenza (que se repetirá en Saint Gilles)
La gran cantidad de ruinas romanas de la zona hizo que esta región basará su románico en la severidad clásica y la bella factura, de majestuosa belleza.
Especialmente las figuras principales, sin apartarse del hieratismo, buscan la proporción y la corrección anatómica, con un tratamiento de paños que debería mucho a los sepulcros paganos o paleocristianos de Alyscamp
La estructura de la portada, añadida como un cuerpo extraño en los pies de la iglesia, se basa directamente en los arcos romanos (posiblemente en el cercano de Saint Remy).
En su parte central se desarrolla la típica visión apocalíptica del Pantocrator y el colegio apostólico en el dintel
Colegio apostólico (observad cómo huye de la isocefalia y el hieratismo con un suave movimiento de cabezas para crear un ritmo continuo)
Ángel del capitel del parteluz en bello contraposto
Ángeles en las arquivoltas
Parte baja del parteluz. La Humanidad previa a la llegada del mensaje cristiano, cercana a la animalidad
La profundidad de la portada permite crear unas amplias jambas (que no tienen derrame) en donde volveremos a encontrar nuevos episodios narrativos.
Parte superior de las jambas. El Seno de Abraham (los elegidos)
La epifanía
La parte media de estas jambas está ocupada por un espléndido apostolado
.
Parte baja de las jambas con monstruos devorando humanos (el león tiene un doble sentido, positivo como fortaleza que soporta el conjunto pero también negativo, asimilado a las fuerzas infernales)
En los dinteles laterales (de nuevo clasicistas, al utilizar la columna exenta y la idea de friso, con un tratamiento exquisito de los motivos florales y geométricos) aparecerán escenas narrativas como estas almas condenadas en el fuego eterno
Frente a ellos los bienaventurados
Bautismo de Cristo
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¿San Sebastián y Santa Irene?
El castigo del avaro
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