Valeriano Bécquer
El costumbrismo puede ser definido (tanto en literatura como pintura) como un movimiento artístico que deriva del realismo que buscar plasmar la realidad social de una zona, un muchas ocasiones como una forma de crítica a las costumbres sociales, como ya hemos visto en Courbet o Millet
Campesinos de Millet
Sin embargo, y de forma muy especial en España, este costumbrismo está teñido de una profunda idealización que le aleja de lo crítico para insistir en lo folklórico.
Valeriano Bécquer
Sus orígenes los podríamos encontrar en el rococó de Goya en los cartones para tapices en donde la realidad de la nobleza se disfrazaba de populacho aunque siguiera manteniendo sus maneras aristocráticas.
Es la categoría estética de lo pintoresco pasada del paisaje a la sociedad que en España ya había comenzado a practicar el último Murillo y su visión idealizada de las clases populares
Goya, detalle de la Pradera de San Isidro
Esta actitud, aunque mucho más mesurada, se mantiene en la vertiente más burguesa y conservadora del romanticismo (Isabel II, continuándose durante la Restauración) que, frente a la visión desgarrada de la veta brava, prefiere poner un filtro dulcificador sobre la realidad para eliminar sus aristas y dar más relieve a los caracteres propios de una clase social o un territorio (especialmente ahora que comienzan a aparecer los primeros regionalismos y nacionalismos).
Bejarano Cabral. Fiesta Flamenca
Se trata, en suma, de dar una visión amable de las clases populares que tranquilice a la burguesía y le permita ejercer funciones asistenciales que limpien su conciencia a la vez que se puede esconder bajo ella y sentirse más cercano a un pueblo al que, en principio, teme.
Valeriano Bécquer. Casa de Aragón
El proceso, según se intensifique, termina cayendo en los simples tópicos que convierten la realidad en una caricatura y crea las ideas recurrentes que nosotros aún utilizamos (los catalanes son trabajadores, los andaluces graciosos...).
González Bilbao. Fábrica de tabacos de Sevilla
Su vida traspasó los propios límites del movimiento y autores como Sorolla lo seguirá utilizando, especialmente en los cuadros realizados para el exterior del país.
Frente a él, existirá hacia final de siglo y comienzos del XX, una corriente contraria que en vez de exaltar lo tópico, insistirá una y otra vez en explorar las grietas del sistema de la restauración. Solana y visión de la España negra, el erotismo disfrazado de Julio Romero de Torres o la visión tremendista de Casas, influida políticamente por posiciones de izquierda, serán alguno de sus representantes.
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