En este claustro (que forma parte de las reformas de toda la manzana que le fueron encargadas por Carafa), Bramante dará un paso más hacia la depuración formal pero, también, a su peculiar manierismo intelectual.
Uno de los temas fundamentales de la arquitectura será el predominio del muro y sus articulaciones frente a las tradicionales columnas de los claustros quattrocentistas (o su propia obra en San Ambrosio).
Claustro San Ambrosio. Bramante. Milán
Siguiendo a Alberti y su desprecio por la columna como elemento básico de soporte, Bramante las sustituye de la parte baja por pilares unidos por arquerías.
Por ello plantea el pilar, que en el fondo es un trozo de muro interrumpido por las arquerías.
Visualmente este cambio provoca una concepción radicalmente del espacio.
Si comparamos su obra con otra típicamente quattrocentista (Palacio Medici Ricardi), veremos como en el segundo el patio y sus crujías conforman un todo unido (con las columnas como una simple pantalla) mientras que los pilares de Bramante avanzan el espacio de la arquitectura hacia el centro, desvinculando las crujías del patio descubierto, como dos elementos por completos singulares.
De la misma manera, la creación de pilares en los ángulos (como ya había realizado Laurana en Urbino), rompe la la expansión del patio (marcada por una cruz blanca en el pavimento) que se "estrella" contra su masa e impide avanzar hasta los ángulos de las paredes.
Este sistema se mantiene en la parte superior, aunque el módulo se reduce a la mitad al introducir entre pilares pequeñas columnas, sin valor estructural, tan solo armónico.
Toda la arquitectura, por completo blanca, recoge la luz y se proyecta así hacia el espectador (Ackerman), dejando en penumbra las crujías que sólo pertenecen al paseo pero no a la visión general de la arquitectura.
Frente al curioso (y profundamente intelectual) manierismo del arquitecto, sólo hace falta fijarse en un par de detalles que nos hablan de los trucos y simulaciones de su obra (Bruschi), tan clásica en los conceptos generales.
Por una parte, existe una alternancia de órdenes oculta. Como era norma ya en el renacimiento desde modelos romanos (véase el Palacio Rucelai de Alberti), los órdenes se establecen en un orden preciso (dórico, jónico y corintio) que, como decíamos, se encuentran escondidos en el patio: jónico en las pilastras del primer cuerpo y corintio en columnas y pilares superiores, con el orden dórico recreado a través de dos pequeñas molduras en los pilares, visualmente más bajos al jónico de las pilastras que se alzan sobre un plinto alto.
Por otra parte, y en la idea de entender la arquería inferior como un muro horadado, Bramante se encuentra con el problema de las esquinas, que siguen manteniendo el orden jónico gracias a una levísima cita (sus volutas en el muro).
me encanto tu blog. muchas gracias por compartir tu opinión junto con tanta información muy valiosa que es super difícil de encontrar. además, las fotos están increíbles.
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