El tema de la escultura es de tipo religioso.
Se trata
de María Magdalena haciendo penitencia puesto que había sido una prostituta
que abandona esa vida tras conocer a Cristo, arrepintiéndose de su pasado y convirtiéndose en ermitaña tras la muerte de Jesús.
Se recuerda así al espectador la importancia que tiene hacer penitencia para cualquier pecador que quiera merecer el reino de los Cielos. Con esto pretende transmitir
un mensaje didáctico a los fieles cristianos y a su vez de propaganda por parte
de la Iglesia (el Concilio de Trento insistía en la penitencia, la confesión y la Eucaristía como dogmas básicos para los católicos), aunque como ya vimos en el Éxtasis de Santa Tersa de Bernini, esto no excluye el empleo de cierto erotismo para acercarse a los fieles de una forma sensitiva.
Es una escultura exenta, de bulto redondo, ya que puedes dar
la vuelta alrededor de la figura, e individual.
El material empleado es típicamente español pues se trata de
una talla en madera policromada. La superficie es lisa en el rostro y en las
manos mientras que el vestido y el pelo es rugosa e incluso áspera.
.
La composición es abierta, con varios puntos de vista, por lo
que el espectador interactúa con la figura pudiendo observarla desde diferentes
puntos.
Es asimétrica y dinámica, expresando
el movimiento (aunque un tanto limitado) por medio de los escorzos y las
diagonales que hace la propia escultura con el cuerpo y el largo crucifijo; incluso con el
movimiento del pelo.
La luz influye de manera que crea contrastes de luz y sombra
para dar mayor realismo a la figura y expresividad, con ciertos lugares como el
rostro donde la luz parece que resbala pero a su vez crea claroscuros que
marcan la expresión de la figura.
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La figura es idealizada pero con una fuerte expresividad
conseguida a través de los gestos (mirada a la cruz, mano sobre el pecho, postura corporal...) o los postizos como el vestido, la cruz o la
cuerda que lleva atada.
El canon es esbelto y la posición en escorzo que
consigue por medio de la cruz y el brazo.
Con una gran expresividad refleja el
dolor y la pena con un gran contraste de luz en el rostro, en especial en los
párpados y en las arrugas de la frente.
A este autor le interesan claramente
las texturas, la aspereza del vestido y la superficie lisa del rostro,
creando a su vez una gran contraposición y expresividad a la figura.
La obra pertenece al barroco español (siglo XVII) como se
puede observar en el material de la escultura (una talla en madera) tan típica
del arte español, en la fuerte expresión de la figura, ya que se busca avivar el fervor
religioso de los fieles a través del arte y en el empleo de los postizos (la
cruz) dando ese sentido teatral propio del arte barroco.
Esta obra se realiza con una intención religiosa debido a la Contrarreforma que marca el siglo XVI-XVII (división entre católicos y
protestantes) y esa intención de propaganda de la Iglesia para atraer a los
fieles a través de los sentimientos y emociones (como ya hacía Caravaggio en la pintura)
Su comitente es la orden religiosa de los jesuitas, de suma importancia
debido al Concilio de Trento y con esto la Contrarreforma que encargaban la obra con una intención
pública, es decir, para que todos los fieles pudiesen verla y que la Iglesia
pudiese llegar a todo el pueblo.
El artista, Pedro de Mena, perteneciente a la
escuela andaluza de Granada y educado en el taller del Alonso Cano, tiene escasa libertad a la hora de crear pues en el barroco el artista, a diferencia del arte
renacentista, se considera como un engranaje más de la Iglesia.
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En Pedro de Mena influye su maestro, Alonso Cano, con la
idealización de los rostros y la escuela castellana con Gregorio Fernández del
que recoge la expresividad con los gestos (a través de su padre, Alonso de Mena). Además
como antecedente lejano se puede hablar del renacentista español Juan de Juni,
recogiendo Pedro de Mena el fuerte realismo que expresaba el renacentista en
sus obras.
También influirá en las imaginerías posteriores puesto que
con la Contrarreforma el barroco busca llegar a los fieles empleando por tanto
el arte efímero (tan típico del periodo) y crear un espectáculo (el arte
teatral) recurriendo a las procesiones de Semana Santa.
Miriam Gutierrez. 2º Bach. IES Los Olivos en Mejorada del Campo
Muy buen comentario!
ResponderEliminarEs muy buen comentario, me ayudo mucho para un trabajo de historia, gracias!
ResponderEliminarexcelente comentario
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