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viernes, 18 de noviembre de 2022

LO FEMENINO EN LA OBRA DE ALFONSO MUCHA


Aunque muchos no conocen su nombre muy pocos serán los que nunca han visto alguna obra suya, siempre tan característica del modernismo
Quizás su faceta más conocida sean sus típicas mujeres de largos y ondulados cabellos que retoman una cierta estética (entre lo frágil y lo perverso, con un claro componente nórdico) que hunde sus raíces en el Renacimiento y las relecturas en clave simbólica de los Prerrafaelitas ingleses (claros antecesores de la sensibilidad modernista)

                El Otoño
 De los mismos prerrafaelitas deriva también su gusto por unas ciertas formas naturales convenientemente estilizadas (en pleno proceso de abstracción, como apunta Arancil) que causaría furos en los círculos modernistas, como tantas veces puede observarse en Gaudí



Pero si profundizamos un poco más en ellas veremos la amplia cultura visual que Mucha puso al servicio de estas imágenes tan modernas.
Fijaros en muchos de sus fondos dorados o que asemejan mosaicos, en los círculos del fondo colocados  para generar un nimbo y veréis todo lo que le debe al estilo bizantino y nos lleva a recordar a Klimt


Cartel de teatro

Aún más, el ritmo sinuoso de los largos cabellos que le han hecho inconfundible deriva claramente de los ritmos de los arabescos musulmanes tan de moda en el siglo XIX por la estética oriental que introdujo el romanticismo.





Por otra parte, y como es típico de la época, existe un fuerte influjo de lo oriental, personificado en los grabados japoneses. De ellos extrae su fascinación por el carácter expresivo de la línea, por las superficies planas (sin apenas claroscuro) o la fuerza del color antinatural



 

Con todo este amplio bagaje cultural, Mucha tuvo la capacidad de crear un estilo propio y claramente definido que aplicó a las nuevas necesidades modernas, desde el teatro (son famosos sus carteles de Sarah Bernhardt) a la publicidad, los calendarios…
 
 Su éxito fue conseguir con toda esta amplia gama de recursos estéticos imágenes perfectamente adaptadas a la sensibilidad de la Belle Epoque que oscila entre lo moderno y lo frívolo, lo fresco y lo exquisito

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