“Deberíamos pensar en el arte después del fin del arte, como si estuviéramos emergiendo desde la era del arte a otra cosa, cuya forma y estructura resta ser entendida.”
Danto
Warhol tuvo dos padres artísticos: Salvador Dali (que le enseñó el camino para convertirse, él mismo, en obra de arte) y Duchamp.
Basándose en los famosos ready made de este último, Warhol expuso en 1964 (entre otras obras) estas famosas cajas de Brillo, unos conocidos estropajos que se pueden encontrar en cualquier supermercado estadounidense.
Realmente, no se trataba de cajas verdaderas (de cartón) sino cajas de madera (de mayor tamaño) en las que se había estampado su logotipo por medio de la serigrafía.
Las expuso creando una pirámide y, como Duchamp, replanteó el arte.
Pues la obra se convierte (de nuevo) en una máquina de significar, una generadora de preguntas. ¿Por qué es arte esto y no las cajas originales? ¿Cuál es el papel del artista? ¿Cómo debe reaccionar el público?
Realmente, las mismas preguntas estaban detrás del famoso urinario de Duchamp, aunque con un leve cambio.
Estas cajas no eran cajas (los ready sí eran ellos mismos) pero parecían serlo (los ready se resignificaban a través de operaciones de descontextualización, fusión o titulación).
Se creaba así una fuerte tensión entre la realidad y la ficción del que aparecerá uno de los conceptos claves de la posmodernidad: el simulacro (aquello que parece ser pero nunca es pues sólo es un "parecido", una imagen ficticia como la que proyectan los medios de comunicación, y ahora las redes sociales)
Se ponía así en cuestión la realidad y su verdad, pero también se abría un fértil camino, el del apropicionismo, en donde la autoría se diluye, como también le ocurre a la propia realidad que se vuelve líquida, cambiante, imposible de encerrar en categorías estables (véase Kooms, Alys, Ballester, Casabere, Harris .
Era, en el fondo, el cumplimiento de la profecía que realizara Benjamin en La obra de arte en la era de su reproducción técnica (1936), la pérdida de aura que las redes de internet han multiplicado confundiendo por completo original y copia, abriendo así las posibilidades para la reutilización a través de la manipulación de imágenes y textos que llegan hasta la postverdad actual.
Un camino de pérdida de certezas (entre ellas, las de nuestra propia identidad, como ya veíamos aquí) en donde la mecánica (y ahora la informática) nos despoja de referentes sólidos, atendiendo a la profecía de Marx, todo lo sólido se desvanece
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