"El que ciñe y desciñe (la cinta)", este es el significado de la palabra con la que conocemos esta escultura de Policleto, un joven atleta en el acto de colocarse la cinta que conmemoraba su triunfo.
La escultura es un perfecto ejemplo de lo que significó el clasicismo del siglo V (en torno al 420 a C), con su contraposto, diartrosis, antropoentrismo y utilización del canon armónico.
Si lo comparamos con otra obra (anterior) del autor, el Doríforo, podemos observar con Policleto no fue inmune a la influencia de Fidias.
Por una parte, el modelo se vuelve más rico (suavizando el tratamiento que da a las articulaciones) a la vez que la postura y sus movimientos se unifican en un movimiento más conjunto (frente a Doríforo, realizado a través de múltiples movimientos de las extremidades que se relacionan entre sí, una multiplicidad armonizada, el Diadúmeno parte de una idea general a la que se adaptan brazos y piernas, una unidad desarrollada).
De esta forma, el cuerpo humano deja de ser (sólo) un mecanismo de precisión y fuerzas contrapesadas (Doríforo) para convertirse en algo más real. El riguroso estudio del movimiento y las tensiones está recubierto por una superficie "carnal" que lo humaniza sin perder claridad.
Como mucho más tarde haría Leonardo, el estudio de la anatomía es la primera fase del proceso, pero no su fin (como ocurría en el Doríforo), sino un esqueleto que luego hay que recubrir de formas sensibles.
Para ello recurre (como ya se dijo) a un tratamiento más delicado de caderas o cuello, que elimina rigideces y deja resbalar la mirada por un cuerpo de suave sinuosidad que sería la base para el futuro trabajo de Praxíteles.
El pelo es trabajado con más intensidad y el canon (especialmente en las piernas) se estiliza un tanto, buscando una figura más realista y grácil que, coo decíamos, le acerca a Fidias y su estilo bello en donde la matemática se combina con la sensibilidad.
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