Ya hacía mucho tiempo que el alcázar había dejado su función defensiva hacia el exterior (aunque no hacia la propia ciudad, como tiempo después demostrará la revuelta de los comuneros) cuando se construyó esta torre (segunda mitad del siglo XV).
Por tanto, hay que entenderla más como un símbolo de prestigio y dominio sobre los propios vecinos y, en general, una reivindicación del papel de la monarquía en un siglo marcado por las múltiples revueltas nobiliarias (el periodo que va desde Juan II a Isabel la Católica).
De esta forma, la masiva construcción militar se enmascara con múltiples detalles cortesanos, como el esgrafiado de los muros, las ventanas y balcones-miradores del gótico flamígero o las múltiples torreones semicirculares (escaraguaitas) con decoración de escamas y realizados por Juan Guas.
(Tanto los techos de pizarra como los chapiteles cónicos son obra de Gaspar de la Vega, encargados en el siglo XVI por Felipe II, construyendo una imagen, unida a su espectacular emplazamiento que inspirarían a Disney su famoso Castillo de Blancanieves)
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