63 esferas reflectantes, como un gran árbol lleno de ojos que reflejan (¿o miran?) el mundo con una asombrosa nitidez.
Ojos que se miran entre sí y al espectador haciéndole visible la multiplicidad del mundo, como una perfecta metáfora del mundo actual en donde las imágenes se multiplican hasta el infinito, reflejándose unas contra otras.
Ojos que nos miran permitiéndonos (valga la paradoja) nuestra propia mirada interior, pues somos nosotros mismos fuera de nuestro cuerpo o la propia realidad encerrada en sus esferas.
Kapoor siempre es un creador sutil que no tiene una interpretación unívoca en sus obras y permite al espectador la introspección, una mirada interna que está cerca del vacío oriental, en este caso muy cercana al concepto de samrasa budista, todo aquello fenomenológico que oculta la verdadera esencia
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