Desde hace años, Ernesto Neto construye estas fantasisas arquitecturas-esculturas que cuelgan del techo y se posan sobre los suelos en precarios contrapesos.
Con ella construye verdaderos lugares que tienen mucho de juego y sensaciones, en donde espectador debería poder tocar (u oler, pues algunas veces incluye esencias), entrar, salir, jugar con las texturas, mover las distintas partes.
Puro juego de cenestesias entre el arte povera y la escultura abstracta.
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