Polke y el posmodernismo

Tomado de https://exit-express.com/sigmar-polke/

Decir «yo pinto realismo capitalista» equivale a decir «yo vivo en la cultura pop y a primera vista parezco un pop artist», pero he aquí que: a) critico conscientemente y de manera responsable el realismo capitalista; b) la visión del mundo de Lichtenstein no me interesa, pero sus recursos me son útiles; c) Warhol decía que quería ser una cámara; la mía está estropeada y las imágenes salen borrosas. De la opción a surge el posmodernismo; de la b, el punk; de la c, la cultura trash.

 La posición que mantiene Polke en relación con la estética del consumo puede definirse como esteticista, erudita e implosiva. Es esteticista en tanto que asume, desde una instancia de segundo grado, algunos recursos y giros que, según su obra demuestra, están por debajo de su capacidad. En este sentido, sigue la herencia de los decadentistas, que pusieron en circulación el gusto por el kitsch. Es erudita porque –a diferencia de Adorno– no concibe la cultura de masas como una retórica de la regresión y el infantilismo, sino como un archivo problemático. Es implosiva, en fin, en la medida en que reproduce y pone en práctica la implosión de los signos oficiada por los medios de comunicación. Desde esta perspectiva la realidad construida por los media es ya borrosa y tramada, y eso sólo puede expresarse asumiendo –entre otros– su propio vocabulario. Este planteamiento puede entenderse como un posible origen –o, si se prefiere, como el clásico reciente– de la sensibilidad afterpop, como lo prueban textos tales como Adventures in Capitalism, de Toby Litt, que viene a situarse, desde el título mismo, en ese inestable punto –inmerso y meteco a la vez– del fenómeno.

Afterpop (Eloy Fernández)