PLAUTILLA BRICCI. Capilla San Luis de los Franceses

Nos encontramos una mañana de finales de octubre en San Luigi para examinar la capilla en cuestión. La tercera de la izquierda, a la distancia justa de la de enfrente, con los frescos del Domenichino, y en el mismo lado que la capilla Contarelli. Entendedores y detractores la conocían por los tres cuadros de Caravaggio. Pero, para mí, era la capilla en cuyo techo trabajaba el cavalier d’Arpino cuando mi padre entró en su taller: fue allí donde los ayudantes del maestro lo habían tirado del andamio, en esa capilla se había malogrado su destino como pintor.

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Quiero claridad, la luz, toda de azul y oro. Y un techo pintado no es suficiente. Tendrá que haber una cúpula. Será como un escenario de teatro: cerraremos la entrada con una balaustrada y habrá una cortina de estuco sostenida por los ángeles para que podamos ver el altar.

La arquitectriz (Melania G. Mazzucco)

Esta rara avis de la pintura y arquitectura del 600 italiano, hija ya de otro pintor (y hombre polifacético) que llegó a alternar con Cortona, Bernini, Salvatore Rossa...

Cuando estaba ya acabando su famoso buque (el palacio en el Aventino que hizo para ella y su amante, el abate Elpidio Benedetti, Villa Benedetti), y también a través de las relaciones de Elpidio (que había acompañado durante años al cardenal Mazarino como embajador de la Santa Sede en Francia y luego verdadero valido del reino galo), consiguió el encargo de una capilla en San Luiggi dei Francesi en donde ya habían trabajado el Cavalieri d´Arpino, Caravaggio o Domenichino.

Estaba dedicada a San Luis y ella realizó la arquitectura, decoración y pintura.

Elaborando ideas de Bernini o Gherardi creó una gran ventana trasera  sobre la que se recortaba el tabernáculo y sus esculturas de la pala principal.

También creó una cúpula con gran linterna que derrama un gran chorro de luz sobre la capilla, iluminando los exquisitos ángeles de estuco.

Tomado de wikipedia

Para terminar la arquitectura crea un gran telón corrido y sustentado por ángeles que ondula como los cortinajes de Bernini e incide en el carácter teatral de todo el conjunto.

La pintura central también es de su mano y representa la Gloria de Luis IX que sigue los modos más suaves de la corriente clasicista con un gran gusto por el color y maravillosos detalles en las figuras secundarias.

Como pago por sus buenos servicios el abate Benedetti le donó en 1667 en usufructo una casa adjunta a la iglesia de San Luis de los Franceses. 

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