La llegada de los Borbones a España tras la Guerra de Sucesión (y a mediados de siglo su unión con el pensamiento ilustrado) generó una nueva forma de entender la política y la economía.
Políticamente se impuso el centralismo castellano (los famosos Decretos de Nueva planta de Felipe V que, como ya vimos, eliminaron los fueros aragoneses, unificando los territorios bajo las leyes castellanas).
Económicamente se buscaron nuevas respuestas al atraso económico, generando nuevas fábricas (desde las famosas Reales Fábricas de la Granja o Tapices, a las iniciativas semiparticulares como el proyecto de Nuevo Baztán que ya analizamos), ingenios agrícolas (como los Molinos nuevos de Murcia de los que ya nos ocupamos), poblados de repoblación para territorios semidesérticos (como las actuaciones en Sierra Morena con la creación de la Carolina, Santa Elena...), salinas de interior (vimos ya las de Imón o las de Poza de la Sal ).
Esta obra que nos ocupamos, el famoso canal de Castilla, participa de ambas características.
La idea, largamente acariciada, era poner en relación la Meseta castellana con los puertos del norte. Una vía de comunicación que permitiera el transporte de granos desde el centro a la periferia, sacando de su aislamiento tradicional castellano y permitiendo su desarrollo económico.
Los precedentes había que buscarlos en la propia Francia (Canal du Midi, de mediados del XVII), siendo abordado en tiempos de Fernando VI a través de su ministro ilustrado, Marqués de la Ensenada.
El proyecto era sumamente ambicioso, con cuatro ramales que recorrerían media España: desde Segovia a Reinosa.
Evidentemente sólo se construyeron ciertos tramos que nunca llegaron a la conexión final, siendo abandonada de forma definitiva su construcción a mediados del XIX, cuando la aparición del ferrocarril hizo absurdo el cometido del canal.
A las propias dificultades de su construcción había que añadir la condicionada por el relieve. Para salvar los numeroso cambios de altitud se idearon una curiosas esclusas que se llenaban (o vaciaban) progresivamente para permitir salvar las distintas cotas por parte de las grandes barcazas que la cruzaban (tiradas por animales desde la orilla).
Aprovechando la pendiente se instalaron batanes y molinos harineros
En la actualidad el Canal de Castilla se conserva en bastante tramos y se ha reconvertido para potenciar la agricultura de regadío y al turismo, pues su existencia crea lugares verdaderamente idílicos para el paseo o la bicicleta que unen al atractivo paisajístico en la seca meseta el plus histórico que os he contado.
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