Ya analizábamos hace un tiempo uno de los frescos de la Capilla de la Arena de Padua.
Hoy queremos volver a la figura de Giotto en una de sus
últimas obras, las realizadas en la capilla Bardi de Santa Croce, Florencia.
En ella se narra el ciclo de San Francisco (la iglesia era
la sede de los franciscanos en Florencia), y pese a sus deteriores por infiltraciones,
inundaciones… representan un paso superior a frescos anteriores.
Evidentemente se mantienen sus características típicas de
claroscuro, fuerte expresividad, tendencia a la geometría de volúmenes puros,
eliminación de detalles en favor de una visión global…
Pero será en la perspectiva (un tema que tanto le ocupa) en
donde consigue nuevos resultados.
Si nos fijamos en el fresco superior aún está utilizando
técnicas vistas en Asís y Padua, esas sutiles (casi ingrávidas) arquitecturas
que generan el espacio que luego es poblado por los personajes.
Sin embargo, en la escena inferior (muerte de San
Francisco), las arquitecturas han desaparecido, y son los propios personajes
con su poderosa volumetría los que crean el espacio en torno al cuerpo del
santo.
Un grupo cerrado (que se atreve a poner a algunos de espaldas, oportunamente
arrodillados para no impedirnos la visión) que crea su propio espacio vacío.
La lección no caerá en saco roto y algo muy semejante
utilizará Masaccio en su capila Bancacci. Más lejos llevará esta forma Piero della Francesca en su Virgen de la Misericordia o su Pala Brera, creando unos
vacíos absolutos que no volverán a aparecer hasta el siglo XX.
Hola me parece muy interesante el análisis que haces sobre la evolución del trabajo de giotto y como este influencio la obra de los artistas del quattrocento, me gustaría que profundizaras más en el asunto pues justamente estoy haciendo una investigación sobre esto y no hay mucha información en internet (confiable) específicamente sobre esto, veo que eres historiador de arte y espero puedas subir una publicación más detallada.
ResponderEliminarGracias!