Ya en época clásica se levantaban pequeños altares para los sacrificios delante de los templos de Zeus.
Ahora, en época helenística, se suprime el templo y se toma el elemento anecdótico (el altar) como única forma constructiva, agigantándola de tal manera que el sentido antropocéntrico queda eliminado. Ya no es una arquitectura para el hombre, sino una edificación para volverle pequeño, insignificante ante la decoración y las escalinatas
Templo de la Concordia. Agrigento. Sicilia. Época clásica
Por otra parte, se rompe con el espacio interior acotado para crear otro abierto, con una zona frontal (tras el cual se encontraba el patio de sacrificios) y dos grandes alas que avanzan hacia el espectador y se derraman en una inmensa escalinata sobre él (de forma semejante actuará Miguel Ángel en el Manierismo en la Escalera de la Biblioteca Laurenciana).
Maqueta en la que aparece el patio trasero y da una idea del poder de la escalinata
Frente al modelo cerrado sobre sí mismo del templo de la época clásica, igual por todos los puntos de vista y, de manera general, autosuficiente en sus proporciones y estructuras, estos nuevos altares proponen una imagen mucho más subjetiva (y por tanto anticlásica) de la arquitectura, que dependerá del punto del vista del espectador y necesitará de él (de sus movimientos) para explicarse (de la misma manera funcionarán algunas de las grandes plazas barrocas, como vimos en el Vaticano)
.
El orden utilizado es jónico, aunque con una altura demasiado corta, que da mayor masividad al monumento.
Por otra parte, y como nueva ruptura del clasicismo, la escultura abandonará el friso superior para situarse en el podium, acercándose de forma agresiva hacia el espectador.
Su construcción corresponde al segundo periodo de la Escuela de Pérgamo, ya con Eumenes II, y Elvira Barba la pone en relación con la renovación de las fiestas locales, las Niceforias, en la que los pergaménicos celebraban la victoria de Atenea sobre los gigantes.
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