La planta presenta un perfil geométrico pero alejado del
habitual rectángulo para adaptar una forma fusiforme rectilínea con esquinas
mucho más resaltadas, dándole un perfil mucho más aerodinámico de lo habitual.
El alzado se articula sobre dos grandes machones de esquina (que alojan los ascensores) y dos pilares que recorren las fachadas largas del edificio. Para ello se emplea
el hormigón armado lo que permite una concentración de los elementos
sustentantes, generando una planta libre y diáfana en el interior y un muro
cortina sin funciones sustentantes por completo cubierto de vidrio, lo que hace
que el espacio interior se expanda hacia el exterior a través de las vistas.
Las cubiertas (tanto de los pisos como la superior) son
arquitrabadas, compuestas por losas de hormigón que, en la parte superior, se
coloca sobre un ático de ventanas verticales, creándose una suerte de cornisa
que cierra suavemente el edificio acristalado.
La decoración recurre a la geometría estricta y la repetición
modular sin dar otro tipo de concesiones que las puramente funcionales. Al
exterior los propios materiales son los protagonistas (hormigón y cristal)
mientras que al interior tanto el mobiliario como la decoración son
estrictamente funcionales.
El edificio responde a una evolución, con ciertos toques organicistas, del movimiento internacional
iniciado en los años 20 del siglo XX con las construcciones de Gropius, Le
Corbusier y Mies Van der Rohe.
Especialmente conectado con éste último, Nervi y Pontiha tomaron como referencia sus primeros rascacielos estadounidenses de los
años 40-50 (Lake Store en Chicago, Seagram en Nueva York) en donde se
plasmaban los principios rectores del funcionalismo (geometría estricta, uso de materiales industriales, esqueleto de acero
y hormigón que permite planta libre y muro cortina…). Gracias a ellos se
conseguían elegantes y abstractos edificios en donde se enfatizaba la verticalidad y la funcionalidad de los espacios,
creando verdaderos símbolos del
capitalismo triunfante y su nueva concepción de la ciudad.
Dentro de todo este contexto, la aportación de Nervi
es fundamentalmente ingenieril. Autor de extraordinarios interiores como el Aula de recepciones del Vaticano o el
Palacio de los Deportes de Roma, Nervi consiguió muchos de sus efectos
gracias a una nueva técnica, el hormigón
armado (cemento de gran calidad que fraguaba sobre un encofrado recorrido
por múltiples tubos de acero) que permitía una mayor flexibilidad y resistencia
a las presiones.
Gracias a su utilización, e influido por el
organicismo (Wright en el edificio Jonhson, Aalto), intenta cambiar el perfil cúbico del rascacielos tradicional por otro
en donde la geometría se suaviza y crea un perfil aerodinámico más humano y
mejor integrado en el paisaje visual
Gio Ponti, que arrancó en el mundo clasicista de la arquitectura vinculada a Mussolini, dio al exterior un aspecto perfecto para integrarse en el gran barrio lleno de hitos de este momento (como la aneja estación central)
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Gio Ponti, un arquitecto racionalista cuya obra supone una evolución del funcionalismo estricto. Ha creado escuela.
ResponderEliminarSalud
Francesc Cornadó