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lunes, 30 de mayo de 2016

EL MIEDO ROMÁNICO Y SU CONTROL IDEOLÓGICO




Una iglesia que controla ideológicamente al pueblo a través del miedo. Esta sería una forma (aunque no la única) de entender el arte románico, habitual en la historiografía del arte de tendencia marxista (como podría ser Sureda)
              

Si pensamos en la sociedad de los siglos XI y XII podremos entenderlo mejor.

Nos encontramos en un mundo rural de pequeñas aldeas rodeadas de bosques llenos de peligros, tan reales (como un salteador) como imaginarios (el propio demonio escondido en sus brumas y sombras).

En este pequeño espacio, cerrado a las influencias exteriores (pues se trata de un sistema económico autárquico de escaso comercio), los campesinos sólo conocerán dos poderes: el noble feudal (la fuerza de las armas, como ya vimos aquí) y el sacerdote o los monjes(la fuerza de Dios).
Castillo e iglesia; ésas serán sus únicas referencias.






Ese noble y su poder sin ningún tipo de límites le cargará de trabajos obligatorios y gratuitos (las sernas), impuestos (el pontazgo, uso del molino…) y, por supuesto, también de caprichos personales. (Puedes saber mucho más de esta situación AQUÍ).

Ante todo ello el campesino poco podrá hacer sino obedecer, esconderse o pasar lo más desapercibido posible, pues la rebelión es impensable.



Y esto es así por la existencia del segundo poder, acaso mucho más atenazante que el anterior, el de la iglesia, que controlará su conciencia y establecerá los relatos dominantes que apenas no tendrán ningún tipo de réplica (el analfabetismo campesino colaborará activamente en este control ideológico)






Esta iglesia, poseedora de las llaves del Otro Mundo, utilizará todos los medios para utilizar el miedo como un bálsamo ante cualquier intento de cambio o justicia.

Sus medios son múltiples: el infierno y sus terribles castigos, el juicio universal, EL APOCALIPSIS; la iglesia utilizará los sermones, las imágenes y la propia arquitectura para que nadie olvide que esta vida es muy corta y tras ella está la Eternidad, una Vida Futura que dependerá de nuestro comportamiento.




Por eso, si estos campesinos esperan una Vida eterna en el Cielo que les compense de todas sus fatigas, tendrán que esforzarse y sobre todo obedecer. Obedecer a la iglesia pero también al noble, pues la sociedad estamental (decía la iglesia) es un plan divino que nadie debe contrariar (acordaros del texto de Adalberón de Laón)




El pecado de Adán y Eva en San Martín de Frómista.

El pecado (lujuria, desobediencia...) conduce al infierno
La imagen que resumirá todo esto será la del Juicio Final. 
Ése Dios justiciero (el pantócrator, de origen bizantino) que nos juzgará en el Último Día, pues Él es el principio y el fin (el alfa y el omega), y estará rodeado de los cielos en forma de óvalo (la mandorla). En las esquinas aparecerá el tetramorfos, los cuatro evangelistas convertidos en animales (Lucas como toro, Marcos como león, Juan como Águila y Mateo como hombre). Debajo suyo se encontrará el Colegio apostólico (la Virgen y los apóstoles), aquellos primeros que supieron seguir su camino y obedecerle.



Ábside de Tahull.
Sobre el mismo tema puedes ver unas pinturas murales románicas en Valdilecha

El tema se desarrollará aún más en las portadas de las iglesias románicas, especialmente en Francia. Junto a todo lo dicho habrá sitio para (a la derecha) los elegidos que llegarán al cielo, mientras la parte izquierda se llenará de terribles demonios que castigarán a los que pecaron de mil y una formas.








El Infierno es un fuego inextinguible que no puede apagarse ni aniquilar y consumir a quien abrasa. Los que allí se hallan sumergidos arden sin cesar (…) El fuego se adhiere a su alimento sin descanso(…)

¡Oh, dolor! Si cualquier pequeño trozo de mí mismo, mi oreja, por ejemplo, fuera presa de las llamas, ¡cómo gritaría, sufriría y saltaría! ¿Cómo reaccionarán, pues, los desventurados cuando no sólo un dedo, sino la mano entera, el brazo, los hombros, su cuerpo entero ardan en el fuego eterno?


Los autores de sermones cargan las tintas contra el infierno para que el paraíso parezca más atractivo. Sabían perfectamente que la descripción atractiva de las delicias eternas no impresiona tanto a las almas como la evocación repulsiva de espantosos tormentos
Le Goff, J En Busca de la Edad Media. Paidós 2003

Pues en el fondo el mundo se concibe como un eterno combate (una ideología tan feudal) entre el bien y el mal, en donde la Iglesia se encarga del aspecto más espiritual que se hibrida con lo caballeresco en las figuras de San Jorge o de San Miguel, luchando contra dragones y otros monstruos

San Miguel. Catedral Vieja de Salamanca


Sin necesidad de llegar a tales extremos, el románico poblará de seres demoníacos todas sus arquitecturas (desde la portada a los canecillos).



Canecillos. El Olmo. Segovia

En un eterna visión dualista bien vs mal, se utilizará la deformación, lo grotesco, las metamorfosis o las hibridaciones y combinatorias imposibles para penetrar en el subconciente colectivo y hacer salir a la luz todo tipo de miedos atávicos que representen el mal, vinculándolo con el pecado y la condenación.








Es la era de los monstruos con rasgos caprinos, de mujeres horrendas, fieras de grandes fauces que devoran a los hombres, serpientes y sapos, basiliscos y toda la fauna de los conocidos bestiarios medievales.























                                  Portada de San Trófilo de Arles
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Pero hemos de recordar que todos estos miedos, más allá del puro simbolismo, están perfectamente materializados en el momento histórico, terriblemente violento, y como afirma Jose Luis Hernando Garrido, muy posiblemente muchos de los suplicios infernales que representaron los artistas estaban directamente inspirados en acontecimientos reales, trasponiendo al más allá lo que simplemente ya ocurría en el cotidiano.























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