El sufismo (que ya explicamos aquí) generó sus propias formas arquitectónicas que variaron geográficamente.
Mientras en el Magreb (zaouia) presenta una forma compacta a la que se accede tras un largo y estrecho pasill, aquí se retoma la arquitectura de madrasas (tan importante en la zona) para plantear una entrada en pishteq con gran iwan central decorado con azulejos polícromos que nos conduce al interior, eliminando el tradicional patio.
En él todo se subordina a la gran cúpula central que tiene importancia arquitectónica pero también simbólica, vinculada al dhijr, meditación y celebración divina, en donde el círculo se convierte en la perfección y, por ende, la cúpula en la representación de lo celestial.
Además de ello, se ciudó especialmente la acústica (dada la importancia que tenía la música durante las celebraciones sufies), colocando un sistema de "altavoces" a atrcés de cuencos cerámicos empotrados en las partes altas de la construcción, como posiblemente ya hacían los romanos en sus teatros o ya vimos en alguna sinagoga portuguesa, que se multiplican gracias a las profundas trompas sin mocárabes.
El tradicional estanque o fuente (importante también a nivel simbólico por los significados del agua) queda fuera de la construcción, al realizarse un hauz que organiza todo el espacio de la plaza.
Esta khanaka fue construida en el siglo XVII, vinculada a la orden Naqshbandi que tuvo especial importancia en Bujara (una de las ciudades más santas del Islam), siendo también utiizada como albergue de peregrinos, asilo de viejos sufíes (salik) y escuela (talibe), situándose las estancias en las paredes exteriores, rodeando la construcción central.
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