Dan Graham, aunque nacido en el arte minimal, pronto evolucionará a forma postminimales y conceptuales, en donde sigue manteniendo la pureza de estilo, los materiales o la presencia arquitectónica de las piezas, añadiendo elementos perceptivos y una constante necesidad de interactuación del espectador.
Estos pabellones se construyen como grandes cajas de cristal, por completo practicables, de estricta geometría que tanto pueden contemplarse con obra transparente como utilizarse, entrando en su interior.
En esta segunda posibilidad, el espectador se encontrará, de nuevo, con varias posibilidades.
Puede mirar el paisaje a través de sus dos lados transparentes, encerrado en una cápsula que lo aleja de sus olores o sus sensaciones térmicas o de humedad y, a la vez, paradógicamente, le permite una contemplación pausada, casi interna, que a mi me produjo sensaciones semejantes a la de la meditación.
También puede girarse hacia la pared principal (según la entrada) y encontrarse con una transparencia en color que reproduce la imagen del paisaje circundante fotografiada al anochecer en un día de primavera tras la que aparece el paisaje real, hablándonos de pasado y presente, de nuestras formas perceptivas o de realidad y recuerdo que se entremezclan en una sola visión.
Sensacional!
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