Existen dos proyectos de Adolf Loos que anunciaron la arquitectura posmoderna cuarenta años antes de que ésta existiese.
Son obras que juegan con lo más puro de la la arquitectura (la habitabilidad interior) y lo más externo a ella (la imagen de proyectan hacia el interior, jugando con los imaginarios colectivos)
La arquitectura se convertía así (además de funcional) en objeto parlante, un lugar híbrido entre edificio y macroestructura que funciona en diversos modos semánticos según se habite o se observe.
Existe, además, una fuerte voluntad de jugar con referentes históricos (sus clichés más conocidos como la columna dórica o la pirámide azteca) que se convierten en hitos simbólicos de la ciudad, reconvirtiéndola en un paseo (¿irónico o profundamente racional?) por la historia y sus imágenes arquetípicas ( se opina que el proyecto es un broma al estilo de sus amigos dadaístas)
Uno de ellos fue el proyecto presentado para el edificio del Chicago tribune que quiso imaginar como una columna dórica (el cuerpo del edificio, organizado en torno a un gran machón central que serviría como sostén del mismo a la vez que permitía la circulación vertical de los ascensores, creando desde él las estructuras portantes de los distintos pisos) apoyado en una gran basa (lugar de recibimiento y servicios básicos).
Como era habitual en su obra los revestimiento eran sumamente pensados, en este caso granito negro, liso y pulido, que enfatizara aún más su carácter de idea construida.
El otro ejemplo es el Hotel Babylon (también proyecto, 1923) que se inspira en los zigurat mespotámicos o las pirámides escalonadas centroamericanas.
En los dos cuerpos gemelos se sitúa (en su base) un gran espacio central abovedado (que contradice el sistema adintelado exterior) con gran salón de baile y pista de patinaje, iluminado por claraboyas del techo.
En torno suyo se sitúan en la periferia las habitaciones con amplísimas terrazas, uno de los temas que más preocupara al arquitecto y que Le Corbusier heredará
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