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jueves, 16 de enero de 2020

HOPPER. HABITACIÓN DE HOTEL


Como en muchos de sus cuadros, la imagen se ha convertido casi en un imago simbólico de la sociedad capitalista moderna.
 De la soledad bajo la aparente poder adquisitivo que permite el viaje (con todas sus pertenencias), de una liberación de la mujer (que viaja sola), de una libertad (la que le permite elegir su nuevo destino mirando su libreto de trenes) que en el fondo nunca existen
Todo aparente, pues el espectador se ve atrapado y conmovido por una imagen que rezuma cansancio, un cansancio terrible, casi insoportable. ¿Cómo lo ha conseguido?
Hopper nos descentra la imagen por medio de obstáculos en primer plano, cortando su equipaje en la zona derecha, desplazando la mujer a una incómoda posición en la izquierda que no deja fluir nuestra mirada (la famosa ley de la izquierda que espera encontrar lo más importante en la derecha, lo cual es escamoteado por la composición, haciéndonos regresar una y otra vez a la figura), y crea una caja espacial llena de esquinas, deformando el tradicional paralepípedo
Por otra parte, dicha figura se recorta en contraluz contra la ventana abierta (pero que también nos escamotea el exterior) por medio de una cortina blanca que nos impide una salida que oxigene la escena y, de nuevo, nos hace volver una y otra vez a la mujer aunque un instante después nuestra pupila busque, de forma casi inconsciente, el foco lumínico.
Junto a todo ello (y para implicar de una forma emocional al espectador) nos convierte en verdaderos voyeurs
La aparición de la pared en la zona izquierda, los obstáculos visuales de la cama y el armario, el propio punto de vista, algo alzado, nos coloca en esta posición de mirones casi delictivos y ahonda el sentimiento de violar la intimidad de una escena que no deberíamos ver (su ropa interior aumenta esta sensación), tal y como hacía Degas y, mucho antes, y como ya vimos aquí, Vermeer.
Somos así testigos de todo un instante de desaliento que se ha hecho insoportable tras quitarse la ropa (las apariencias), relajar la postura y creerse a salvo de las miradas indiscretas

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