La figura de Gutiérrez Solana es una rara avis del arte hispano.
Formado en la Real Academia de San Fernando y viajero por Europa en su obra confluyen numerosas corrientes nacionales e internacionales dentro de una obra personal e inconfundible.
Evidentemente su pintura entronca con las pinturas más desgarradas de Goya, de las que extrae ciertos temas (especialmente el desgarramiento vital) y una manera "grosera" de pintar, que busca en el gesto y no en la pulcritud la fuerza visual.
Pero Solana también es un verdadero seguidor de Valle Inclán, y en general de la estética del esperpento. Toda una forma crítica de ver la realidad tan típica del 98 en donde se pone de relieve esa España negra que (curiosamente) aún existe bajo nuestros fulgores de modernidad.Supersticiones, poderes hegemónicos, violencia más o menos explícita, caciques, obispos, ... forman toda una fauna terrible que impide respirar y conforman un paisaje de ataduras (mentales, morales, económicas, sociales...) que han impedido el desarrollo hispano.
Bajo todos estos prismas podríamos considerar a Solana como un representante bizarro del expresionismo patrio, bastante ajeno a cuestiones técnicas pero indudablemente emparentado con el clima moral que podemos encontrar en Much, Nolde, Kirchner...
Todas estas características (estas divergencias en la interpretación de su obra) las podemos ir observando en esta vanitas que presentamos.
Desde un punto de vista tradicional, la obra se encontraría amparada por la larga tradición de la vanidad barroca de Pereda o de Valdés Leal. Con ella Gutiérrez Solana retomaría el tema del memento mori, la reflexión sobre la fugacidad de la vida tan típica del mundo católico (y de sus maneras de persuadir) en donde la muerte iguala las categorías sociales.
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Es esto o tal vez lo contrario. ¿No será todo una gran broma, macabra y acusadora? ¿Acaso todo es cierto o una pura "representación" tal y como nos sugieren los nazarenos que portan los pequeños féretros? Si eso fuera cierto, acaso nos deberíamos fijar en la parte más lejana y observar al pueblo subyugado por ideología cuasifeudales que han pervivido en nuestro suelo para el control ideológico de las clases bajas, analfabetas, crédulas, dominadas por ideas que favorecían a los poderes tradicionales. (Si fuera así, las calaveras de reyes y obispos serían un comentario verdaderamente mordaz).
Si aceptamos esta segunda interpretación, la pintura de Solana se nos acercaría peligrosamente a otras obras muy distintas. Estoy pensando en las mujeres desgarradas de Saura, en la obra gráfica de Millares (los Curas).
Toda una crítica visceral sobre los nudos que tanto tiempo nos han atenazado y ¿ya se han desanudado?
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