Es ésta una de las piezas estrella del Museo de América de Madrid, del que ha tomado el nombre, aunque también se le conoce como códice Tro-cortesiano.
Perteneciente a la cultura maya se trata de un inmenso calendario (el llamado Tzalkin de 260 días) en donde se mezclan las actividades cotidianas, escenas adivinatorias y pronósticos, ritos de procreación y sacrificio, las fases lunares y solares...
Realizado sobre una pasta extraída de las cortezas de la familia de los ficus recubierta por cal (papel amate) sorprende tanto su iconografía como su estética.
A ojos de un visitante actual la escena se nos presenta como un cómic gigantesco que leemos viñeta a viñeta, con unas figuras trazadas de forma viva y sugerente por medio de rápidos trazos, que se relacionan entre sí, mientras la escritura nos va relatando las sucesivas escenas en donde dioses y humanos crean una rica historia en la que se nos muestra su macrovisión del mundo, las estaciones y las relaciones.
La creación de estos personajes, en estricto perfil, gusta de la curva y la deformación (a veces muy cercano a la caricatura y que, curiosamente, tiene grandes parecidos con ciertas escuelas de dibujo orientales sobre las formas demoniacas), confiriéndolas un poder expresivo muy interesante
La creación de estos personajes, en estricto perfil, gusta de la curva y la deformación (a veces muy cercano a la caricatura y que, curiosamente, tiene grandes parecidos con ciertas escuelas de dibujo orientales sobre las formas demoniacas), confiriéndolas un poder expresivo muy interesante