La obra de Paul Klee es tan indefinible como sugerente. En ella poco valen las categorías que la encierren en los límites de la teoría.
Por otro lado, sus obras suelen encerrar muchos más mensajes de los que parecen a primera vista, y toda ella se encuentra llena de sugestiones.
Por ello, más que un artículo dedicado al pintor iremos poco a poco analizando algunas de sus obras para irnos kleetizando.
En esta obra encontramos, en cuanto a la estética, dos referencias habituales en su obra, el dibujo infantil y la geometría humanizada.
El primero de ellos es una verdadera conquista del siglo XX (en realidad uno más de los múltiples artes no clásicos, como fue la escultura negra, la precolombina, la oriental...) que busca estilos que pinten no lo que ven, sino lo que saben.
Como podéis comprobar en cualquier dibujo infantil, las nubes no son verdaderas nubes sino una imagen mental de ellas. De la misma manera opera el niño con las personas, los árboles o las casas, que posiblemente no coincidan con las habituales que se ven en la gran ciudad.
Esta forma de representar la realidad por medio de sus imágenes mentales el niño la irá perdiendo en su proceso educativo, en donde estas imágenes primordiales se llenarán de detalles y explicaciones racionales para perder su "verdad". (Posiblemente por influencia de sus propios hijos, pero con el ejemplo de Klee siempre presente, Picasso utilizará este dibujo infantil en la década de los 30, tal y como podemos ver en algunos fragmentos del Guernica).
Junto a este dibujo, encontramos una geometría que, en el fondo, no lo es tanto, pues se encuentra humanizada por el rasgo humano, a veces indeciso, inacabado, que le otorga un margen de duda y, por ende, de individualidad.
Con estas dos técnicas y un color sumamente sugestivo (ya hablaremos en otra ocasión de estos fondos de postimagen que tanto influyeron en otros pintores como Miró), crea una casa que se proyecta hacia todos los lados.
Podríamos entenderlos como proyecciones al modo cubista del objeto (su famosa visión simultánea) que se expande hacia el exterior o, de una forma más espiritual, de la proyección del interior a través de los reflejos de unas ventanas (que realmente no existen en la casa) ¿Es su alma lo que sale al exterior?
Acaso, simplemente, es una verdadera casa giratoria, un croquis sumamente condensado de una casa que girara sobre si misma (una técnica que aparece en muchas ocasiones en su obra) que, tal ve, podríamos entroncar con el futurismo
Las obras de Klee poseen la capacidad de sugerir constantemente sin precisar jamás. Pequeñas imágenes que, tras verlas una vez, se vuelven verdaderamente imprescindibles, como si siempre hubieran estado aquí
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