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miércoles, 26 de septiembre de 2018

BAALBEK. ARTE ROMANO EN EL LÍBANO

Antes de ser la Helíópolis romana, mucho antes incluso de ser la Baalbeck fenicia, este territorio es el más antiguo del mundo, pues en él vivió Abraham, y antes enterrado Noé, y aún antes muerto en él Abel a manos de Caín, y antes incluso, morada de Adán.

Todo esto no es otra cosa que la muestra de la Antigüedad de estas tierras, lugar de encuentro (pero también desencuentro) desde los propios orígenes de la Humanidad (eran el camino hacia el Mediterráneo de Mesopotamia, la patria de los fenicios, la expansión lógica de griegos, persas o romanos; lugar de paso de la Ruta de la Seda…)


Sin embargo, todo lo anterior es un puro recuerdo (al menos en el estado actual de las excavaciones) y lo único que se conserva son las espectaculares ruinas (las mejores romanas que he visto en mi vida después de patearme toda Italia) de la Heliópolis romana.

 

Esta ciudad fue creada por Pompeyo en el año 66, siendo objeto de mecenazgo desde Julio César o Augusto a Séptimo Severo, Caracalla o Felipe el Árabe en el siglo III, sólo perdiendo su importancia con la creación y desarrollo de Constantinopla por Constantino.



Su visita (al menos de lo fundamental) tienen un día largo y sólo detallaremos algunas de las zonas más importantes, dedicándole un artículo especial a su templo mejor conservado, el de Baco.


El inicio de la visita se realiza por el gran pórtico columnado y precedido, de forma teatral, por una gran escalera.



Desde él accedemos al patio exagonal con cuatro exedras con columnas al modo de cortinaje arquitectónico (un efecto ya ensayado en el Panteón de Agripa) en los que se situaban divinidades.




En ella se abrían tres grandes puertas que daban paso al gran patio central. Sus laterales siguen usando el modelo de exedras anterior en el que se juegan con cubiertas y elementos curvos y rectos sobre el que se desarrolla un extraordinario trabajo en relieve que aprovecha la ductilidad de la piedra caliza, en el típico barroquismo oriental que se puede ver en monuentos cercanos, como los vistos ya en Palmira.




En su centro se abre un gran altar-piscina dedicado a los cultos y holocaustos rituales

Tras él una nueva escalinata y el magnífico templo de Júpiter del que nos restan estas columnas y una gran escalinata delantera
 



En este apretadísimo resumen aún nos restan muchas cosas pero no quiero terminarlo sin revisar rápidamente este magnífico templo de Venus, un extraño tholos con entrada frontal desarrollada, como podéis ver en el plano (que acaso fuera una de las fuentes de inspiración de Borromini)





Ni tampoco los espectaculares criptopórticos que atraviesan toda la plataforma artificial que se construyó como base de esta gran acrópolis.



2 comentarios:

  1. ¿Conoces el libro "La arquitectura barroca en la antigüedad clásica" de Margaret Lyttelton? Tal vez te interese.

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