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jueves, 16 de mayo de 2019

ÁNIMA MUNDI. LUIS. Los Pecos a pesar de todo



Si Mecano ya era un pecado para un chico, qué decir de los Pecos.
Era su música una perfecta construcción adolescente que comenzaba en la propia cara de de sus cantantes y seguía por sus voces disímiles, por sus letras de empalago, por la armonía de esquinas suavizadas, con más sentimentalismo que sentimiento.
Todo eso era verdad, y sin embargo...

Sin embargo sus letras eran tan pegadizas que era imposible no cantarlas, pendiente de que nadie te mirase.
Era eso y su música llena de múltiples sonidos (pues en realidad era un terrible muro de sonido), el piano de fondo, los coros y diez mil violines acompañados por una batería que remedaban, a la española, a lo más puro adolescente, el Abba que también nos espantada mientras a la vez caíamos en su fascinación.
Emociones en almíbar, como aquella película de Love Story ante la que todos hacíamos un gesto explícito de vómito y luego, a solas, llorábamos como magdalenas mientras en la calle llovía y apenas había paseantes en el espejo de las aceras.
Los coches pasaban como cohetes en medio del resplandor de sus faros y uno, sin paraguas, con el pelo ya empapado, ya no podía hacer otra cosas que seguir llorando mientras recordaba la frase: Amar es nunca decir lo siento.
Algo parecido sucedía con los Pecos y sus canciones que te iban hiriendo por dentro porque te contaban toda la angustia y el desamor que te ardía dentro.

Sin remedio alguno; eras sus letras y te hubiera gustado decirlo a los cuatro vientos si no fuera por la estúpida frase que nos habían grabado a fuego desde la más tierna infancia: Los chicos no lloran, ni visten de rosa, ni se miran en los espejos. 
Los chicos aguantan como jabatos, pues aunque hacía ya años que hubiera muerto el dictador, su impronta ideológica estaba presente en ese machismo a ultranza que tanto daño le hacía a las mujeres... pero también a los hombres.

Una moral de señores que, en el fondo, nos hacía esclavos de todo un largo catálogo de estereotipos que la música hacía visible.

¡Aguanta sin pestañear!
¡No muestres tus debilidades! (pues no puedes tenerlas).
Tú eres un hombre, no una niña, y entre tus deberes está la vigilancia de los sentimientos.
Pues igual que ellas debían de ser atractivas en todo momento, tú debes guardar la compostura y el honor, pues ellas son (deben ser) veleidosas, y tú fuerte y seguro, hecho de una sola pieza sin fisuras que debes mostrar siempre a los demás para que nadie pueda decir (siquiera pensar) que...
¡No! 
Aunque te mueras por dentro debes seguir actuando como el héroe sin miedo ni desmayos.

Así teníamos que ser, aunque, en el fondo, estaban los Pecos... a pesar de todo





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