En el año 64 d C, tras el famoso incendio de Roma (que posiblemente no inició Nerón), una parte de la ciudad quedó destrozada y el emperador pudo hacer realidad su sueño, el del palacio más maravilloso que había visto el mundo
Nunca nos podremos hacer una verdadera idea de sus dimensiones (el espacio que ahora ocupa en Coliseo era un estanque de sus jardines junto a un coloso gigantesco con el rostro de Nerón; o menos de un cuarto de su superficie fue necesario para construir las fastuosas termas de Tito-Trajano)
Pero lo más asombroso que todo este impulso constructivo duró apenas unos pocos años, pues tras la muerte de Nerón se abatió sobre él la famosa damnatio memoriae (la destrucción de todo recuerdo material del emperador que se produjo con la llegada de los Flavios al poder).
Sobre el territorio de la Domus Aúrea se creó el Coliseo, las termas de Tito luego ampliadas por Trajano, mientras se expoliaba a conciencia las más de las 300 habitaciones del palacio y se iban llenando de cascotes y tierra hasta quedar pronto enterradas.
Durante siglos fue tan eficaz esta destrucción de la memoria que nadie supo de ella, y sólo un accidente (un joven romano cayó accidentalmente a través de una hendidura y encontró casualmente el acceso a una de las bóvedas tapadas bajo tierra) en el siglo XV dio la pista de la existencia de un tesoro arqueológico bajo tierra (pronto le llamaron las grutas).
A partir de entonces numerosos artistas comenzaron a explorarlas. Filippino Lippi, Guirlandaio o Rafael quedaron deslumbrados antes las pinturas romanas casi desconocidas en ese momento. Pertenecían a lo que ahora llamamos tercer y cuarto estilo y tenían pequeños paisajes entre arquitecturas sumamente estilizadas llenas de columnas, jarrones, putti, veneras, animales fantásticos ... que pronto comenzarán en sus obras con el nombre de grutescos que ya vimos aquí.
Arquitectónicamente, además de observar un uso muy temprano del opus caementitium, podemos observar una multitud de soluciones abovedadas, en especial las que constituyen el aula dorada o poligonal, posiblemente una zona de fiestas y protocolo, que con sus muros, bóveda de paños casi ya circular y gran óculo central está anticipando lo que será el Panteón de Agripa.
Óculo central y curiosa trompa en la esquina, tras las paredes.