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miércoles, 5 de abril de 2017

VAN GOGH EN SAINT REMY (1) Un dolor de cipreses y olivos


Como ya veíamos en otros post anteriores, las últimas crisis nerviosas padecidas en Arlés, le obligaron al pintor a internarse (por propia voluntad) en el sanatorio-monasterio de Saint Paul sur Mausole.
Durante los primeros meses, su salud mental pareció mejorar pero muy pronto volvieron las crisis que le llevarían a Auvers.

Pese a ellas, su producción fue sumamente abundante, y se centró en dos grandes núcleos: las cercanías de su sanatorio (en los momentos más felices) o la reinterpretación de sus viejos maestros (mientras convalecía de sus crisis).
En ambos arranca de ciertas maneras ya experimentadas en los últimos tiempos de Arlés (pincelada cada vez más pastosa, deformación de la perspectiva) a las que unirá dos nuevas características técnicas.

Por una parte, la caligrafía de su pincelada cambia por completo, experimentando con  las formas curvas, llameantes o en espiral, alargando la pincelada (o el dibujo de varias pinceladas) para conseguir formas ondulantes que impiden la quietud del espectador.

Derivado de la primera (Walther), todos sus cuadros de esta época "ponen en funcionamiento la Naturaleza" en un carrusel de movimientos contrarios que atraviesan los lienzos sin descanso posible.
Quizás el punto culminante de esta Naturaleza estremecida (de nuevo un autorretrato emocional del interior del paisaje) sea su famosa Noche estrellada, en donde el paisaje se aproxima de forma vertiginosa hacia la sublimidad que analizábamos en Friedrich.


 Utilizando estas formas de manera casi obsesiva realizará uno de sus mejores autorretratos en donde el fondo crea un post-imagen que estremece la sensibilidad del espectador mientras el fuerte contraste (casi ya fauvista) de la barba roja (y las cejas, y el pelo) sobre las sombras verdosas y los ojos azulados golpea (como una inmensa pulsación) su figura.



Para los momentos en los que no puede salir de su habitación, Van Gogh reinterpreta a sus pintores favoritos (Rembrandt, Millet o Delacroix) siguiendo las técnicas anteriores, poniendo en un segundo término lo narrativo frente a la texturación de la superficie por medio de pinceladas cargadas y de movimientos emotivos

Interpretación de la Siesta de Millet

Sin embargo, y como hemos visto durante todo el artículo, los verdaderos protagonistas de sus cuadros de esta época serán olivos y cipreses que se retuercen sin pausa, invitando al espectador a sumergirse en el torbellino que habita en su mente.























































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