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lunes, 26 de agosto de 2019

LA REVOLUCIÓN PRAXITELIANA

Cuatro años después de terminar las Guerras del Peloponeso (400 a C) que arrasaron la Grecia continental nacía, en una familia de escultores, el artista que renovaría el clasicismo griego y daría toda una nueva dirección a la escultura y el desnudo.
Hijo de Cefisodoto, Praxíteles pronto se destacó como el escultor más importante del siglo IV.
Sátiro escanciador

Suya fue la invención de la famosa curva praxiteliana, un contraposto muy marcado que lanzaba la cadera hacia un lado, creando un largo arco con las piernas y torso, que se dirigían en sentidos contrario (forzar de esta manera la posición habitual de las figuras le obligó en numerosas ocasiones a tenerlas que apoyar en un elemento exterior, como un árbol, columna, paños...)


Por otra parte, reelaboró el tradicional canon de Policleto (7 cabezas) por otro mucho más alargado (de 8 y, en ocasiones, 9 cabezas), creando figuras estilizadas que reforzaba aún más su curva.

Las innovaciones no quedaron ahí, y fue el primer escultor que realizó en tamaño natural el desnudo femenino (como ya vimos en su famosa Venus de Gnido) e introdujo numerosos nuevos temas en donde aparecían sátiros,eros y niños.
Eros tipo Centonelle

Una nueva temática alejada del clasicismo del siglo V a C en donde hay toda una estética (tan postclásica) de lo anecdótico que desvía su mirada de los grandes héroes, de las batallas o los atletas para buscar situaciones más cotidianas, sin halo alguno de grandeza, sino de una humanidad más cercana y delicada de aquel que persigue un lagarto, el que porta un niño en los brazos, del Eros que tensa un arco, de la Venus que sale de la bañera y es sorprendida en su desnudez, (...) que tendrá un largo recorrido en Lisipo (Ares Ludovisi) y toda la escultura helenística (Espinario, Niño de la oca, Hermafrodita dormido, tanagras)

Eros tensando un arco

Y mientras desmoronaba la temática anterior, a la vez rompía con la escasa expresión clásica (su contención expresiva) para introducir en sus escultura un aliento melancólico, como de perfección perdida.
Una nostalgia que los occidentales tomaremos como la verdadera esencia del arte griego (mucho más influyente que la impasibilidad de Fidias) como podéis ver perfectamente en esta famosa obra del Quattrocento (El Nacimiento de Venus de Botticelli)





















Y es que ya no solo era el rostro sino la propia actitud corporal la que transmitía la melancolía. Frente a los modelos compactos de Policleto, los músculos de Praxíteles se relajan, se vuelven blandos, apenas ya si se remarcan.
Apolo sauróctono

Esto es fruto del característico acabado del autor, que aún se reforzaría más por la pintura que lo recubriría (normalmente realizada por Nicias).
Todo ello (postura, canon, acabado) le conducirá a modelos andróginos que fueron la fuente de inspiración del Quattrocento temprano, como podemos ver en el famoso David de Donatello que analizamos aquí.


Y es que, como vemos, Praxíteles creó un nuevo clasicismo que poco tenía que ver con el propio clasicismo del siglo anterior, rompiendo con muchas de sus características para establecer nuevas formas que, durante mucho tiempo, fueron consideradas las canónicas del periodo griego (en realidad, las grandes figuras como Mirón, Policleto o Fidias se redescubrieron verdaderamente en el Neoclasicismo del siglo XVIII).
Sátiro en reposo
Hasta entonces la figura mítica fue Praxíteles que influyó en todo el siglo III (las famosas tanagras, el Hermafrodita dormido), en gran parte del neoaticismo (como vimos en la Venus de Milo) y en el mundo romano, que tantísimas copias realizó de sus obras.
Tanagra del siglo III a C

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