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miércoles, 27 de noviembre de 2019

LUIS. AQUELLAS PRADERAS AZULES. Sin Música 1

HAY NO HAY PLAY PORQUE


Sólo ha habido un momento sin música en mi vida.

Fueron dos semanas, acaso tres, en donde el mundo se oscureció de tal manera que todo estuvo a punto de desaparecer.
Unos días de negrura en pleno agosto en donde el frío se apoderó de mi y quedé gris y temblando, como una pared solitaria sin techo ni suelo, perdido en la nada de los futuros ya sin dueño.

Yo solo tenía 16 años y esa misma tarde acababa de perder mi primer amor por la decisión de los padres de ella que nos consideraban demasiado jóvenes para jugar con algo tan peligroso como es el amor, y ella no llegó a nuestra cita diaria, sustituida por Beatriz, su mejor amiga, que tuvo la desgracia de tenerme que contar que no había solución alguna.

En aquellas semanas pase por mil estados posibles, desde el estupor hasta el delirio, todo en el más puro silencio, incapaz de escuchar nada más que el dolor sin término que me recorría por dentro.

Era algo casi físico, como una piedra con aristas recorriendo el pecho y luego el estómago, arañando por donde pasaba mientras tú...

No, no puede ser posible.
Pensaba cada mañana al despertar de las terribles pesadillas nocturnas, pero sólo hacía falta abrir los ojos o mover simplemente la cabeza para saber que el dinosaurio continuaba allí.
Seguía allí ese futuro que de pronto se había quedado clavado como una mariposa sobre el álbum, girando sobre sí mismo y sin poder avanzar un milímetro.
No
Nunca
Ya no
Las palabras sólo sabían negar, pues ya no existía lo posible. Solo se podía hablar en pasado, y ni siquiera tenía fuerzas para utilizar el condicional, pues
Como si hubieran construido un muro delante mío la realidad se evaporo, simplemente, y solo quedó un espacio plagado de vacíos, sin tiempo propio.
Y silencio. Sobre todo silencio.
Quedó eso y el silencio. Un silencio espeso y lleno de esquinas, como si fuera un laberinto, con el Minotauro de Sabrina encontrándome en todos los recuerdos como un chasquido en las sienes que me reventaba él alma.

Mil fantasmas con sus mismos ojos verdes atardecidos que se mezclaban en una vigilia que tanto se parecía a un sueño en el que vivía, sin poder (ni desear) escapar.
Para qué hacerlo si esos recuerdos eran todo lo que me quedaba.
Su mano entre las mías
Las noches reventada de estrellas apoyada mi cabeza sobre tu muslo.
-Mira, una fugaz. Pide un deseo.
Tumbado en la cama, cara a la pared, se pasaban las horas, y eran tan lentas que dolían, pues solo quedaba el consuelo de que llegará la noche con sus propios monstruos y, en un golpe de suerte, tener la dicha de no despertar nunca más
Pues
Para que valía un día más si ella ya no estaba.
La vida había perdido las esperanzas y con ellas se había clausurado el futuro. La palabra mañana había dejado de tener sentido.
Sólo significaba un poco más de sufrimiento. De recordar el día en el que me dijiste te quiero tanto en aquellas piedras del fumadero tras el primer beso en el que me perdí en el húmedo calor de tu boca y me sentí azul y profundo, más allá del tiempo.
Por aquel delito comprendí qué significaba la palabra yo, una pura minucia comparada con el nosotros, y supe al fin lo incompleto que había estado hasta entonces.
Supongo que fue entonces cuando dejé el último niño que tenía dentro, aquel que ahora buscaba sin posibilidades, intentando volver el tiempo atrás para que, alternativamente, nadie nos prohibiera el amor o, por el contrario, no haberte conocido nunca
En los momentos más terribles te insultaba y pedía al dios que me quisiera escuchar que desaparecieras de mi mente y mi pasado como se hace con los malos sueños.
-Vete de una maldita vez - gritaba para un segundo después llorarte con los ojos ya sin lágrimas.
Tus miradas de terciopelo, la respiración entrecortada del primer beso, cuando te respiré como si fueras una canción de culture club que...

Ni siquiera ella había logrado sobrevivir al lunes de tu abandono. Ni Mecano. Todas las músicas habían muerto tras las palabras de Beatriz, y detrás de ellas sólo quedaba un campo seco de silencio.

Silencio.

Mucho silencio.

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