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miércoles, 8 de abril de 2020

AQUELLAS PRADERAS AZULES. MEMORY

                        DALE AL PLAY Y DÉJATE LLORAR

                            
Posiblemente lo supe desde la primera vez que la escuché en el Penta, pero como tantas otras cosas que no quise saber, intenté olvidarlo.
Olvidar que el tiempo de las flores en pleno invierno estaba a punto de acabar, pues 
                       La vida era hermosa en ese entonces.


Y yo sólo quise huir de mi destino de chico solo con sólo dieciséis años, pero la realidad me esperaba a la vuelta de la esquina, sin prisas, bajo el velo de tus ojos que se fueron volviendo más tristes según ibas  hablando

                       Si me tocas entenderás lo que es la felicidad


Era entonces frío y noche cuando me lo dijo, 

                           Medianoche, ningún sonido en las calles, 


Y tus manos más frías que el propio viento helado, con las farolas alumbrando para nadie en aquellas escaleras en donde me dejaste solo, terrible y abandonado
                            Debo esperar al amanecer, 
                            Debo pensar en una nueva vida,




Desde entonces la memoria se convirtió en un filo, porque la felicidad volvió a ser un recuerdo. Un pasado que de nuevo volvimos a perder y nos  perdimos.
Un poso de nieve rota tras el amanecer.
Un ala herida.
Dolor de noche que quedó incompleta para siempre, pues 

Tú te fuiste mucho antes de haberte marchado. Lo hiciste mientras bailabas, divina
Te fuiste en cada uno de los silencios de tus manos nerviosas, la sombra violeta de sus párpados que le faltaba ya la chispa del amor.

Y, desde entonces
                                                      Otra noche se ha ido, 
                                                   Otro día está empezando

Desde entonces quedó esta canción para llorar a solas bajo la lluvia fría, abandonado por la esponja de su cuerpo. Su blanca ingravidez. El tacto de seda herida que tenía su vientre que...

¡Por Dios! ¿Dónde quedaron todas aquellas memorias que me siguen ardiendo en el pecho?

                         Medianoche, ningún sonido en las calles, 
                               ¿La luna ha perdido su memoria? 
                                    Está sonriendo sola. 


Escucha lentamente la melodía y rómpete en pedazos por dentro.

 Llora noche y viento como aquella madrugada de invierno en que ella se le llenaron los ojos de lágrimas mientras las palabras se atragantaban en su garganta y yo no quería oírlas, pues tenía un miedo inmenso y una espuma fría iba llenándome todo el pecho para luego su hielo pasar a los brazos, dolerse sin fin en los dedos.
¡¡¡No!!! - quise decir sin conseguirlo.
 Pero tú seguiste hasta el final.
Por un momento pensé que no, que te desmoronarías. 
Dejabas demasiada felicidad atrás, incluso para ti misma que ya no aguantabas más, pero de nuevo me equivoqué contigo, pues en verdad nunca te había conocido, tan sólo la imagen que de ti me había hecho en mis sueños.
- Lo siento, Luis...
Y ya supe que todo daba lo mismo. El mundo se derrumbaba con estrépito y yo apenas te oía entre los cascotes que caían.
Todo se estaba llenando de polvo y entre las lágrimas apenas podía verte, pero tú ya habías empezado y no te dejarías romperte por mi dolor hasta acabarlo todo
- No puedo seguirte - dijiste y, sin otra palabra más te levantaste y, con un gesto, me clavaste en el suelo helado de aquellos escalones

Luego rompiste los remos de la barca, los hiciste astillas con tus ojos llenos de lágrimas en esa mirada que me arrasó por dentro, y yo me volví naúfrago de mi mismo.

Aquellas praderas azules de nuestro sueño compartido.
Se fueron.
Para siempre

                                     Deja a las memorias vivir otra vez. 


Luis




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