Muchos visitantes al Reina Sofía ni siquera habrán reparado en este gigantes obelisco (copia del original) que ocupa la plaza, buscando (como si fuera un imán) el famoso Guernica de Picasso.
Sin embargo, la obra está íntimamente con la obra de Picasso, compartiendo un mismo espacio (e intereses) en el famoso Pabellón la República en la Exposición Internacional de París de 1937 de la que ya nos ocupamos aquí.
Como podéis ver en esta reproducción del propio Reina Sofía, el obelisco de Alberto presidía el magnífico edificio de Sert.
Realizado en hormigón, la obra se ha recreado ahora a la entrada del Reina y, precisamente ahora, su mensaje no puede ser más oportuno.
Os recuerdo que Alberto la realizó en 1936-37, durante plena Guerra Civil, y el título no puede ser mas revelador: inmerso en plena tragedia el pueblo español (acaso no sus dirigentes) serán capaces de volver a encontrar su felicidad. (Aunque algunos críticos han querido ver en la estrella que lo corona una explícita imagen del mundo Comunista)
La escultura se enmarca en sus típicas figuras filiformes que le emparentan con ciertas obras de Giacometti, ciertas simbologías de raíz mironiana (su famosa estrella), así como a las metamorfosis minerales-vegetales de Max Ernst en donde las formas se transmutan y se elevan como si fueran humo mientras permanecen firmemente enraizadas en la tierra
A mi, personalmente, siempre me ha generado una enorme y suave ascensión hacia los sueños y las ilusiones, y precisamente la traigo en estos momentos en donde todo parece oscuro, regido por la implacable (y a la postre inútil, como cada vez es más evidente) lógica del recorte y la austeridad