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miércoles, 23 de octubre de 2019

AQUELLAS PRADERAS AZULES. Solsona cuántico

DALE AL PLAY Y ENTRA EN LOS MUNDOS IMAGINARIOS DE LA CUÁNTICA
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De todos nosotros, el único que se fue a Ciencias fue Solsona, aunque realmente no lo hizo.
Primero pensó en Química, y realmente terminó la carrera, aunque muy pronto comprendió que lo que verdaderamente la fascinaba era una física extraña y poética que otros llamaban cuántica, y esa terminó por ser su vocación más intensa, pues motivos tenía.
- Yo soy un ser profundamente contradictorio y en parte posmoderno. Cuando pusieron Madrid Central lo puse a parir y ahora que lo intentan quitar, ya lo empiezo a echar de menos - decía en los últimos tiempos, y con esto ya dejaba claro cuán cercano se encontraba al mundo sin reglas del gato que está en la caja pero no está o, tal vez, quizás, no lo sepamos nunca, pues acaso esté muerto.

Había además otra cosa que le acercaban al bolsón de Higgs y sus amigos: su profunda poética que les llevaba a rozar la mística.
En este mundo subatómico las leyes del sentido común se habían abolido para que dos fotones se convirtieran en espejos y actuasen de una misma manera a años luz de distancia, como si fueran dos gemelos malcriados que nunca están donde debieran y juegan con el espectador, disfrazándose de él y sus expectativas.
- Un mundo regido por las ecuaciones de Strauss y de San Juan de la Cruz, -decía a veces Solsona.
Verbigracia:

Entréme donde no supe, X y quedéme no sabiendo, + toda sciencia trascendiendo Yo no supe dónde entraba, - pero cuando allí me vi.

Algoritmos que habían abandonado a al-Khwarizmi como un amante poco dotado y profundamente aburrido en la cama para vivir las aventuras y el riesgo sin fin de Ibn Arabí.
Los signos de tu existencia,

no por tu contemplación

a ti se te han de mostrar

sino en tu aniquilación.



- Un Greco desquiciado en un acelerador de partículas - solía decir Lucas - Duchamp irónico. Un Rothko en plena agitación. Eso parece esta física.

- Sí, una ciencia para gente de letras, toda llena de poesía, a veces amorosa, otras un poco Dadá, pero siempre música - le decía él, pues esta era la clave última de su admiración por esta disciplina que no se enfrentaba a Cien Años de Soledad de García Márquez sino que la completaba e iluminaba, jugando el juego infinitamente simple en su complejidad de la Casa verde de Vargas Llosa,.
- Es eso, Ciprián.

Una ciencia soñadora y poética como el carnaval acuático que una vez imaginara Saint-Saëns, tan incomprensible como cierta que había dinamitado las categorías mentales de Newton en las que todavía vivimos los simples mortales a los que una y otra vez nos dan manzanazos en la cabeza, sin querer comprender que la ciencia está a punto de convertirse en metáforas oscuras, tan claramente irracionales como un cuento de Cortázar superpoblado de Cronopios y de Famas (cuánto lamento que los investigadores no las bautizaran así. Eran demasiado científicos, supongo) que empujan hacia delante mientras se mueven en sentido contrario.


- Vivo sin vivir en mí - ironizaba yo.
- Efectivamente, Luis. Eso es. ¡¡¡¡La gallina!!! - me decía.

Y la frase que tanto había oído de sus labios terminó por replicarse tiempo después en otros labios tan idénticamente diferentes (pues yo también puedo ser cuántico, Solsona, realmente soy- ahora lo sé - una confederación de almas heterónimas en incansables y paradójicos movimientos espasmódicos).
Lo hizo ante la catarata de fotones de una gran vela en medio de la penumbra, muy lejos de todo, cuando tras el amor (¡atentos a la indeterminación!) Sabrina intentaba explicarme un complejo concepto matemático que nos explicaba a nosotros mismos, electrones en constante atracción-repulsión, funciones complejas de movimiento matemáticamente erráticos.
- Vamos, que vivimos sin vivir en nosotros mismos.
 Efectivamente, Luis. Eso es. ¡¡¡¡La gallina!!! - me dijo para cerrar su monólogo, y yo (tal vez) comencé a no comprender comprendiendo, como si de pronto me volviera a encontrar , transformada, a la Fuerza interestelar, mientras rozaba su piel de gasas claras y pensaba que yo era, entre otras cosas, vosotros dos, universos paralelos que pese a la curvatura del espacio-tiempo sólo se tocaban en un punto que era yo mismo



¡Parece mentira que nunca llegarais a conoceros más que por una sola llamada por teléfono! 





2 comentarios:

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