P.P.–Pero que debía haber aguardado a que abriesen la veda.
DR.– ¿La veda?
P.P.– La veda, sí señor. O sea, que el matar hombres como el matar jabalíes había que hacerlo a su tiempo. Que uno mata un jabalí en enero y le dan un premio, pero le mata en julio y lo mismo pena por ello, ¿comprende? Pues con los hombres, parejo. Uno los mata en la guerra y una medalla, pero los mata en la paz y una temporada a la sombra.
Las guerras de nuestros antepasados. Miguel Delibes
Este altar es del año 1447 (placa en la predela). Originalmente fue realizado para el monasterio de San Bernardo en Wiener Neustadt y ubicado en la catedral en 1883.
Se trata de un políptico (en la predela también existen alas) que se organiza según el tiempo litúrgico, con una parte central con figuras casi exentas que representan (de forma ternaria) a la Virgen, ya coronada, ya con el niño, y organizadas por esbeltas arquitecturas.
En las laterales se utiliza el relieve para narrar la vida de la Virgen influidos por el mundo flamenco (en sus paños) y una autoría distinta (y menos experta) que la de la parte central
Miguel Ángel planteó que los machones que sustentaran su cúpula en Vaticano estuvieran achaflanados (para aumentar la visibilidad de la zona central)
En estas superficies en el periodo barroco se colocaron cuatro de las grandes reliquias de la Cristiandad (el paño de la Verónica, la lanza de Longinos, la Cruz de San Andrés, y la Vera Cruz de Santa Helena)
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La central (San Juan Bautista) crea una estructura centralizada con cuatro grandes columnas centrales (que aún son visibles) en torno a las cuales se crea un deambulatorio con cuatro exedras para crear el cuadrado final.
Las dos laterales (y especial la de San Cosme y Damián, mejor conservada) responde a un típico modelo basilical de tres naves, ábside central y prothesis y diaconicon compartida con la central.
En ellas existía un pavimento de mosaicos que fue destrozado en algunos puntos por la furia iconoclasta (en San Cosme, al encontrarse en ruinas en el momento, se salvaron los mosaicos, con múltiples elementos animalísticos).
La novela de un afamado escritor que vive, tan solo, de subrayar los libros de otros y venderlos como libros exclusivos en donde el subrayado subvierte la lectura original y hasta llega a negar las intenciones originales y le permite al lector una doble lectura, a menudo sumamente paradójica.
Construida en el siglo XIX para la comunidad rusa en Viena y reconstruida tras la Segunda guerra Mundial.
Si silueta es típica de la tercera Edad de Oro (habitual en los ortodoxos rusos), con altos y finos tambores y cúpulas bulbosas con pan de oro.
También son frecuentes los arquillos de medio punto-conopilales que, en su conexión crean formas de trompas
Tres grandes arcos triunfales conserva la ciudad aún.
El más espectacular de ellos es que se realizó en conmemoración de la visita del emperador Adriano (129/130 d C).
Es una puerta tripartita de numerosos elementos arquitectónicos. Llama especialmente sus capitales bajos (siguiendo modelos persas), su frontón partido (una nueva barroquización de la arquitectura del Imperio) y la delicada decoración de los frontones y líneas de imposta.
El portal sur (acaso algo anterior) sigue las mismas ideas.
El portal norte (mucho más restaurado y unos años anterior) resulta menos esbelto, con arquitectura adosada a una gran mole de piedra, apenas sin articular.
Una obra maravillosa del maestro que me fascina por ciertas cosas.
Me gusta, en principio, el uso masivo del barniz que funciona como una especie de miel que suaviza la mirada. Un barniz que vuelve dorada la madera y crea espacios en negativo sobre la pintura.
Con ese barniz Tapies "escribe" sobre la madera. Una escritura de grandes, ampulosos físicos gestos que se une a otra menor que llena los espacios de símbolos propios.
Junto a ellos hay numerosos rincones que nos hablan de la creación, de su proceso casi artesanal en donde las formas fluyen, se vuelven azarosas, haciendo casi visible la mano del artista
PARA SABER MUCHO MÁS DE TAPIES
En origen la idea ya la había empezado a desarrollar para uno de sus principales mecenas, el cardenal de Ferrara Hipólito del Este.
El salero es un pieza de orfebrería tan exquisita como grandilocuente para la función que debería tener (contener la sal marina y la pimienta en la mesa del rey).
Este es uno más de los rasgos típicos del manierismo que pretende forzar las formas e ideas para producir contrastes y sorpresas, siendo siempre excesivo, tanto en la terribilitá miguelangelesca como la exquisitez florentina de Pontorno, Bronzino o el propio autor.
Esta exquisitez, por tanto, empieza en los materiales empleados (oro, plata, marfil, piedras preciosas y esmaltes) y termina en la propia creación estética de figuras estilizadas de belleza absoluta junto a las que aparecen miles de pequeños detalles (peces, hipocampos, elefantes, réplicas diminutas de las tumbas mediceas de Miguel Ángel...)
