viernes, 13 de febrero de 2015

BRONZINO. LA BAJADA DE CRISTO AL LIMBO


El manierismo frío y aristocrático, iniciado en ciertas obras de Miguel Ángel (Victoria, Tondo Doni) y continuado por Pontorno y Rosso, se culminará en il Bronzino, el gran retratista de los duques de Medici.
En este caso nos encontramos con una temática religiosa (la Bajada que Cristo realiza al Limbo tras su muerte, y antes de la Resurrección, para abrir las puertas del cielo a los Patriarcas del Antiguo Testamento y todos los que habían muerto antes de Él).

Sin embargo, ni el carácter del pintor ni el entorno aristocrático en el que se mueve, provoca en la escena una sensación por completo alejada de la supuesta devoción que debería producir.

Más tratada como un cuadro mitológico que como uno religioso, il Bronzino hace en él todo un alarde de sus características técnicas, su extremosidad y artificio, su gusto por la exquisitez... Todas las características con las que Searman caracterizaba este estilo refinado que prendió a mediados de siglo XVI en las grandes cortes europeas.
Fijaros en su composición centrípeda generada por la estrella de manos que ocupa el centro e irradia hacia el exterior, algo que ya Pontorno, en su Deposición, había investigado.
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En su juego de contrastes entre las posturas frontales de la derecha frente a las traseras de la izquierda. (Que se continúa e la contraposición de personajes masculinos y femeninos, los gestos, los tonos de piel...)

En sus colores metalizados que heredaría el Greco (y que ya analizamos aquí)
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En su tratamiento del espacio, que se agobia y se lanza (la perspectiva) no hacia el fondo tradicional sino hacia arriba, como ya realizaba Pontorno.
Igual que hacía Rosso, este espacio lleno de horror vacuii sólo se vacía en el centro, dejando un espacio vacío en donde Cristo se apoya (y se subraya así su figura), tal y como El Greco realizará años después en su famoso Expolio del que ya hemos hablado aquí.

En sus formas serpentinatas derivadas de lo miguelangelesco
En la paleta utilizada para las carnaciones, tan habitual en él, que produce efectos nacarados, más cercanos a la escultura que a la realidad.

En el gusto por el erotismo (frío pero evidente) que vemos en las veladuras de las mujeres, en la propia actitud y postura de los ángeles, casi idéntica en algunas obras mitológicas, como Venus y los celos.



Venus y los celos


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