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miércoles, 24 de junio de 2020

De Otros lados. AQUELLAS PRADERAS AZULES. Manual para tímidos recalcitrantes (1)

DALE AL PLAY, QUIZÁS TE RECONOZCAS EN ALGO



Primero fue la miopía, y unos meses después la compra de la casa de la Sierra.
La primera llegó de improviso, en el primer reconocimiento médico que pasó en su vida, al pasar al instituto, y por muchas trampas que buscó
- Deja de entrecerrar los ojos y dime las letras de abajo
en el papel que le dieron y que aquella misma tarde tuvo que entregar en casa lo ponía bien claro:
Dos dioptrías y medio en cada ojo. Urgente gafas.
- ¡Gafas! ¡Por Dios bendito! Gafas!
Aquella misma noche, mientras lloraba en silencio, pensó que lo mejor que podía ocurrir es que el mundo se acabará esa misma noche.
Y no se trataba de una exageración, sino de un deseo perentorio y urgente ,como todos los que se tienen a los trece años
¿Cómo iba a presentarse en el instituto con gafas? ¡Imposible!
Antes muerto que cuatro ojos, pues en aquellos tiempos no existía la palabra bulling, y precisamente por ello se practicaba con una impavidez cotidiana, sin reparo alguno.
Y no es que Luis temiera los golpes, pues bien sabía yo que no le importaría defenderse. Era algo más sutil y terrible, la perfecta excusa para que los demás se pudieran meterse con él, con el tímido que tan poco confiaba en sí mismo y consideraba el ridículo el peor de los escenarios posibles.
Algo parecido a salir a la pizarra en clase de matemáticas y enfrentarse a aquellos incomprensibles límites que siempre tendían a lo contrario de lo que el creía.
Era ese desamparo, como el del primer día de clase en un colegio nuevo o el del que falla un gol que estaba hecho porque se le enredan las piernas y solo una palabra amable de Juani consigue resguardarle de la ira de los demás pero, también, sobre todo, de la exigencia propia, siempre con el listón más elevado que los otros y sin permitirse un solo error, ¿verdad?
¡Cómo me conoces, jodío!
Pues sólo así, siendo juez implacable de ti mismo, evitabas el juicio de los demás
El tiempo que he necesitado para empezar a admitir que no soy perfecto, sin un solo fallo que los demás pudieran utilizar para.

En el fondo todo era una idea absoluta de la reputación que ¿te enseñaron tus padres? ¿conociste en tus lecturas, como si siempre hubiera que comportarse como Miguel Strogoff o el Corsario Negro y?
Quizás entendiste mal, amigo, y confundiste el valor con una simple impostura, o simplemente fuiste así desde pequeño hasta que un día dejaste de serlo (o tal vez aprendiste definitivamente el disimulo).
Hasta entonces tuviste puesta una coraza tan espesa que quién de verdad no te conocía pensaba que eras un borde sin cuento cuando en realidad tan sólo estabas muerto de miedo.
Hacías eso y ensayabas sin fin los escenarios de todos tus miedos para que nadie te pudiera atrapar sin las palabras precisas, pues

Como me he deseado siempre ser como tú, Solsona, y tener la broma precisa de descabalgar pistoleros sin despeinarse siquiera.
Sin dolor, con sola frase que siempre me salía mucho tiempo después
Joder
Cuando ya no hacía falta, pues el ahogo de ese estómago que se le subía para arriba ya le había golpeado, dejándole como un imbécil ante todos, o por lo menos eso creía, pues en muchas ocasiones su imaginación corría mucho más que la realidad, y llegaba a inventar películas para no dormir que sólo se proyectaban en su cabeza.
Es por completo cierto.
Todo es siempre más difícil en los propios terrores, en el mundo de angustias del que cree que muy poco vale, y se esconde casi por defecto, pues
¿A quién le puede interesar que
escribas?

que pienses más allá de lo que hace gran parte de los otros?

que entiendas la música como nadie lo ha hecho?

que seas sinestésico?

o simplemente sensible?

Yo te dije muchas veces desde que nos conocimos, pero hasta que no llegó Sabrina no te lo empezaste a creer del todo.
Eres alguien tan especial que...

¿Por qué no cuentas tú lo que queda? Explica esa tragedia de la casa en la Sierra que terminaría siendo la puerta hacia la gloria.
Algún día, sí, creo que algún día podré


                       AQUELLAS PRADERAS AZULES. ÍNDICES


                                  ÁNIMA MUNDI


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