Pantocrator de Cefalú
Ya explicábamos en otro artículo la evolución histórica que trajo a los normandos (antiguo vikingos) hasta la isla de Sicilia y el panorama multicultural que se encontraron (y luego fomentaron)
La familia Altavilla (desde Rugero I hasta Glugiermo II) supo unir su tradición a las nuevas realidades étnicas y culturales para crear toda una política de la imagen verdaderamente fascinante en donde se unió su herencia norteña (y sus avances góticos ya en fecha temprana) con las culturas islámicas y cristianas (tanto latinas como orientales, ya que existía un fuerte contingente de población de rito ortodoxo al que más tarde se añadirían artistas bizantinos traídos exprofeso desde el Bizancio Conmeno).
Se hacía así visible la multiculturalidad isleña pero siempre bajo el poder de los nuevos monarcas que, aprovechando sus particularidades, lograban zafarse del control al que quería someterlos el Papado.
Mosaico de Monreale y la exaltación del poder
El propio estilo, más que una evolución interna, produce distintas formas de interpretar el arte y la arquitectura según sean sus promotores o funcionalidades.
Así, podemos encontrar, distintas tipologías.
Modelos mucho más bizantinos (en la arquitectura) con mezcla islámica y sin mosaicos en la costa oriental, como en San Pedro y San Pablo en Forza d´Agró.
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Derivados de los anteriores pero más elaborados en sus detalles en las fundaciones de los grandes magnates del reino, como San Juan de los Eremitas o la Martorana.
San Juan de los Eremitas. Palermo
La Martorana. Palermo
Modelos directamente inspirado en el mundo islámico (con fuertes influencias fatimíes y anteriores) en los pabellones reales de descanso cuyo ejemplo más destacado será la Zisa.
Modelos basilicales sobre cruz latina para las grandes iglesias aúlicas (Duomo, Monreale, Cefalú), con una gran importancia de los mosaicos al modo bizantino y escasas pinceladas musulmanas.
Y un modo inclasificable, acaso el más mestizo de todos en la Capilla Palatina de Palermo.