Corazón de cristal, el que se hizo añicos cuando me dejaste con un
-No puedo seguir tu ritmo.
Un profundo hoyo de silencios que se hizo inmenso cuando Manuel puso aquella pantalla en el Penta y se afilió a MTV, nuestro particular YouTube de los 80 antes de internet.
Fue entonces cuando por primera vez pude ver el vídeo de aquella canción y me quedé sin aliento, pues eras tú misma cantando tu canción favorita.
La misma ternura de ojos claros, esa imagen sexy y desafiante que solo era un disfraz en donde ocultar fragilidades y pasados dolorosos.
Dios santo, como podíais tan semejantes y dolorosas.
A partir de entonces, no se si copiando sus vídeos o porque en realidad eras ella sin saberlo, una vez te encontré con el pelo recogido en su misma gorra de cuero, con los ojos maquillados como si fueras un replicante que ella usó en otros de sus vídeos. Pero estabas con otro.
Te vi incluso como Deborah te copiaba y usaba ese body que yo una vez te conocí y me volvió loco en la pradera. Pero entonces era de otra persona.
Call me, sígueme, me dijiste sin necesidad de palabras esos días, y yo te segui aunque nunca tuvimos un mar juntos.
Éramos un lugar plagado de minas que buscábamos sin parar para hacernos explotar por los aires, destrozados. Éramos eso y, a la vez, unos simples prisioneros a los que les valía un simple encuentro fortuito para borrar todas las deudas que nos teníamos y...
No se tú, pero yo cada vez que te vi en aquellos años siempre caí rendido, y si no di el paso fue por puro pánico de sentirme rechazado.
Pero la fuerza del destino conspiró y cuando yo ya me sentía inmune a vuestros encantos, otro encuentro inocente nos ha vuelto a juntar.
No pude resistirme al pasado, a aquellos rutilantes labios rojos con los que apareciste ayer mismo, cuando jugábamos a recordar el pasado como un simple entretenimiento cuando en realidad hacíamos otra cosa que nos atrevimos a confesar hasta que nos encontramos besándonos y con Blondie explicándolo en una nueva canción.
Escúchala y lo comprenderás todo