Escultura
ibérica del siglo IV a. C. encontrada in situ en las excavaciones realizadas en
el cerro de Cepero, Baza (Granada) en 1971. En la actualidad, en el Museo
Arqueológico de Madrid.
Nos
encontramos con una escultura de bulto
redondo, aunque realizada para ser adosada a una pared, por lo que su parte
posterior no se encuentra tallada. Se trata de una figura sedente femenina que
aún conserva restos de su antigua policromía sobre estuco.
El material utilizado es la
piedra caliza (talla).
Ajuar funerario
El tema de la obra es funerario,
tal y como demuestra el emplazamiento en el que fue encontrada, una tumba
subterránea. De la misma manera, en uno de lo laterales del trono (no visible
en la imagen), se encuentra un hueco labrado que servía para introducir las
cenizas del difunto. Éste, por el ajuar funerario que acompañaba a la escultura
(armas y urnas cerámicas), debía ser un militar con bastante poder económico,
tal y como era normal en las sociedades aristocráticas íberas.
La
figura, ricamente ataviada y con una pequeña paloma en su mano izquierda,
podría corresponder a una representación de la diosa Tanit, de origen
púnico, que controlaba la vida y la muerte, dando a todo el conjunto una idea
de reencarnación.
Formalmente,
nos encontramos con una estética ampliamente repetida en el Mediterráneo
antiguo, anterior al periodo clásico griego.
Datos relevantes de esta forma
de hacer son la composición cerrada
(brazos y piernas se incluyen en el conjunto, formando una escultura de bloque
cerrado) y simétrica (sólo se rompe la mano izquierda) con un eje de
simetría muy evidente que parte en dos a la escultura. De esta manera se
consigue una imagen realizada para ser vista desde un único punto de vista
frontal (frontalidad) que nos daría un aspecto casi de alto relieve
adosado, como ya se dijo, a la pared
El modelado. La escultura no tiene demasiado en cuenta la influencia de la luz, y
apenas si se observa un cierto claroscuro en los pequeños pliegues de su falda
y manto, aunque esta sensación debería ser más evidente cuando la escultura
estuviera totalmente policromada, como era habitual durante toda la
época antigua y que sólo se abandonó a partir del Renacimiento italiano.
El movimiento es inexistente, complaciéndose el autor en buscar una imagen
hierática y solemne que nos acercaría a la estética egipcia. De la misma
manera, tampoco se busca la expresión, pues su fin no es la
representación del individuo sino, por el contrario, de la divinidad lejana y
transcendente.
Igualmente, y aunque existe
una corrección anatómica inexistente en otras obras íberas (como los exvotos,
fuertemente expresionistas), aún se puede observar ciertas
incorrecciones formales, tales como el tamaño y modelado de las manos o una
cierta desarmonía en la altura del personaje.(Estas características, más que
torpeza del autor, tendría que analizarse bajo la idea de las convenciones
anatómicas vigentes hasta la época clásica del arte griego. Al autor le
interesa mucho más el detalle que el conjunto, dando primacía a unas partes,
cabeza, sobre otras, piernas, por su distinto valor simbólico).
Existe un fuerte interés
por detallar los distintos adornos que porta la diosa al igual que ocurre
en la Dama de Elche. Muchos de estos tocados son de influencia oriental, lo
cual se relacionaría con el origen (también oriental) de la divinidad.
COMENTARIO.
La presente obra que
analizamos es una perfecta muestra del arte íbero y sus orígenes.
Incluida en el grupo de la
escultura monumental, tiene fuertes coincidencias con otras damas como la de Elche o la oferente, compartiendo con ellas la divinidad (Tanit) o el
interés por lo decorativo.
.
En todas ellas, como ya se
ha visto, pueden rastrearse las influencias orientales traídas a España por
comerciantes fenicios, griegos arcaicos y cartagineses que entendían la
escultura de una forma teocentrista, como una representación más de los dioses
que de los hombres, buscando de esta manera una imagen no naturalista,
hierática y anti-individualista. (Esta idea es fácilmente comprensible si
comparamos la Dama de Baza con alguna de las representaciones del mundo
egipcio, como puede ser el escriba del Louvre, o la escultura arcaica griega).
Kore arcaica. Grecia
Todas estas influencias
exteriores de las que hablamos no fueron, sin embargo, homogéneas, pudiéndose
distinguir varios talleres. Si comparamos la obra con la Dama de Elche podremos
ver que ésta última (por el modelado, el tratamiento de las superficies y la
talla de los detalles) se acerca más a los círculos de arcaísmo griego,
mientras que la de Baza (de superficies más planas, menor detallismo y
tratamiento más sobrio de las telas) se situaría en la órbita púnica,
aunque mucho más evolucionada que la dama oferente, la Bicha de Balazote o sus exvotos.
Tanits púnicas. Ibiza
Exvoto íbero