El cuadro era un encargo de Martin Landauer para el Hospital de los Doce Hermanos, de Nüremberg.
Durero lo planteó a través de geometría y luz.
La primera la utilizó para crear las distintas jerarquía, creando cuatro escalones hacia la divinidad. El primero, abajo a la derecha, con el propio Durero sosteniendo una cartela. Es el terrenal, con un paisaje (al modo umbro) que es (según las ideas neoplatónicas) la representación de lo divino en este mundo.
Sobre él encontramos un gran anillo con los santos intercesores, recogiendo sugerencias geométricas ya utilizadas por Piero della Francesa, Mantegna o Rafael para crear esta forma geométrica con espacio central.
La parte superior, a través de un gran triángulo invertido, sitúa a la Trinidad rodeada de Santos y mártires.