En la década de los 10 del siglo XXI Barceló trabajó en obras de grandes dimensiones donde volvía a un tema ya antiguo, el taller del artista.
Recogía también los tonos blancos de sus periodos africanos, esos grumos claros que construyen la imagen (y sus magníficas vanitas).
Aparece también una técnica trabajada en sus cerámicas (como las de la catedral de Mallorca), el movimiento de la propia tela que genera entrantes y salientes y dibuja formas con ellas.
Aparecen así obras como este atelier animal en donde artista, esculturas y dibujos previos se funde en un mundo sin bordes demasiado nítidos en donde todo forma un magma.
Casi diríamos que el artista busca esta ambigüedad para hablar de un retorno del artista a la naturaleza y el arte, como si fuera un verdadero pintor rupestre prehistórico (de hecho hay numerosas pistas visuales que nos llevan a ellos, incluso la propia ondulación del lienzo para crear volúmenes, igual que realizaron los creadores paleolíticos).
De nuevo su retorno hacia la historia de la pintura, aunque siempre oblicuo, sutil; siempre magnífico.
TODOS NUESTROS POST DE MIQUEL BARCELÓ
Hace unos años creábamos un primer post de este artística incómodo y escandaloso.
Como se ve, la obra de Ferrari no es sólo puro escándalo, sino un verdadero punto desde el que poder reconsiderar nuestras actitudes y pensamientos actuales
