Si lo buscáis en los planos de
Estambul, nunca lo encontraréis por este nombre sino con otro mucho más
curioso, la pequeña Santa Sofía.
Evidentemente tiene influencias
de ella y fue edificada por Justiniano (y acaso planificada por el propio
Antemio de Tralles), pero arquitectónicamente se encuentra mucho más vinculada
a San Apolinar de Rávena
Si observáis el plano veréis que
se trata de un octógono con exedras inscrito en un cuadrado, con una cabecera
independiente de tres ábsides.
Una típica planificación de
planta centralizada como la de Rávena con parte sagrada (ábsides), del clero y
el emperador (octógono central cubierto por cúpula) y del pueblo (deambulatorio
inferior y tribuna superior), con esa característica arquitectura de “cortinas”
que ya vimos en Santa Sofía que crea una visión unitaria en la zona central y
múltiples visiones fragmentarias en las zonas laterales (una forma sutil de
exponer el poder del Emperador al que el pueblo accede de forma fragmentaria)
Deambulatorio de la tribuna superior
Visión desde el octógono central
El octógono central
La arquitectura de cortinas
Esta arquitectura aúlica (se encontraría
vinculada a la zona marítima del palacio, igual de santa Irene o Santa Sofía lo
hacían con las zonas altas)
El alzado exterior es también
típico de la época, con una cúpula poco sobresaliente (pues carece de verdadero
tambor)
En el interior se alternarán los
grandes pilares de sujeción con columnas y tríos de arcos que crean formas
semicirculares
Lamentablemente, su conversión en
mezquita nos ha privado de toda su decoración, deformando por completo sus
espacios con unos horribles tonos azulados que se interponen a la arquitectura.
De la época solo podemos observar
el friso y unos excelentes capiteles trepanados muy cercanos a Santa Sofía.
Por otra parte, las
irregularidades de planta y alzado han dado mucho que hablar, aunque la opinión
mayoritaria es que, con un plan maestro, su ejecución fue realizada por equipos
bastante poco especializados que no consiguen la exquisitez de San Vital.