De la misma manera que ocurrió en Bilbao, el antiguo puerto (Düsseldorf-Hafen) había ido convirtiéndose en una zona degradada de la ciudad, sobre todo cuando la gran fábrica de tubos de acero trasladó su producción.
Se comenzó un amplio proyecto para reconfigurar toda esta zona, adaptándola a modos terciarios, en gran parte vinculados con el comercio de lujo y la gestión artística, base de prosperidad de la ciudad.
Como elemento clave de esta reconfiguración, y tras un concurso fallido, se le encargó a Gehry la creación de un icono arquitectónico, algo que ya había realizado en Bilbao y los Ángeles.
Su estilo deconstructivista resultaba perfecto para ello, pues no en vano, más que verdaderas construcciones (entendidas por su grado de habitabilidad interna), estas maneras son más adecuadas para crear macroesculturas gigantes, profundamente pregnantes dentro del tejido urbano.
En realidad se trata de tres edificios que se diferencian por sus acabados (pues su estructura está realizada por grandes losas de hormigón) pero que actúan conjuntamente, creando una sucesión de ritmos ondulantes y formas (psicológicamente) en precario equilibrio gracias a la renuncia de las horizontales y verticales por otras diagonales.
Con todo ello se consigue una sensación de baile que obliga al espectador a un movimiento constante para encontrar distintas perspectivas en donde los distintos bloques en los que se divide cada casa (y que no coinciden.con los espacios interiores) abren, cierran y componen distintas percepciones (algo plenamente posmoderno en su idea de cambio constante, en gran parte derivado desde la óptica del propio espectador, especialmente en la casa revestida de acero en donde lo líquido es constante con sus cambios de luz y reflejos)
Particularmente, uno de los detalles que más me ha fascinado son las ventanas que, por una parte, sirven para unificar los tres edificios por medio de un tema común, y por otra, subrayan (con su perfecta verticalidad y ortogonalidad que hace destacar los marcos de los vanos de la pared), la idea de arquitectura fluida, un Borromini pasado el siglo XXI.