En una esquina de la portada de San Marcos de Venecia se encuentra la famosa escultura de los tetrarcas (ahora una copia) que miles de turistas ignoran cuando es una verdadera clase de historia antigua.
Se trata de cuatro personajes, dos con barbas y dos imberbes, que se encuentran abrazados dos a dos. ¿Qué significa esta extraña composición?
A mediados del siglo III, durante 50 años se habían sucedido otros tantos emperadores, hasta que la llegada de Diocleciano estabilizara el poder político.
Sin embargo, las primeras secuelas de la crisis económica que se unía a la política obligó al emperador a multiplicar los poderes. Mientras él se reservaba el cargo supremo, nombró a un segundo Augusto que le pudiera sustituir en caso de muerte (Maximiliano), creando una diarquía.
Posteriormente, y ante los progresivos ataques interiores y revueltas interiores, ambos augustos decidieron nombrar césares (cargos ayudantes) en las figuras de Galerio y Constancio Cloro.
Esta tetrarquía fue, de esta manera, el antecedente de la futura división del Imperio que realizara posteriormente Teodosio.
Si nos fijamos en la escultura veremos a dos figuras barbadas (los augustos) y dos imberbes (los césares), todas ellas unificadas en un doble abrazo que quería simbolizar la unión política que tanto necesitaba el Imperio y que tan poco tiempo duraría.
Sin embargo, la escultura tiene una segunda historia.
La escultura debió de ser trasladada a Constantinopla, siendo robada por la República veneciana en la Cuarta Cruzada (siglo XIII) en donde Constantinopla fue arrasada y expoliada (tan sólo quedó un pie de la escultura, descubierto en Estambul hace unos pocos años).
Artísticamente, esta pieza nos presenta perfectamente la deriva antinaturalista de la escultura romana (acaso otro síntoma más de la gran crisis romana).
La isocefalia, el hieratismo, la pérdida de proporciones, la tendencia a la geometría, la rigidez de las posturas o la falta de realismo son evidentes y sólo se profundizarán cada vez más en el siglo siguiente como vimos en la escultura de Constantino o los relieves de Teodosio.
Su estructura se pensó para ser situada en una esquina, como un relieve